Blogia
Desde mi escaño

El Burger King de la Avenida Monforte de Lemos (Madrid): un despropósito sin igual

Burger King nació con una filosofía clara e inequívoca, la de la comida rápida y cuanto más velozmente se atendiera a los clientes, más ganancias para la compañía. Se trata de no desperdiciar ni un segundo. Sin embargo, toda gran marca tiene sus puntos negros, sus lamparones, sus vergüenzas que ocultar. Esto es lo que pasa con el Burger King que está establecido en la Avenida Monforte de Lemos 101, en Madrid, frente al centro comercial de La Vaguada, y que, a pesar de estar siempre concurrido, tiene un personal muy peculiar, no sólo dado al escaqueo, sino también a la organización más desastrosa.

No es la primera vez que quien suscribe este blog ha padecido los lamentables problemas logísticos de este restaurante, pero lo acontecido el pasado 28 de julio de 2015 ya traspasa sobradamente la línea de la paciencia del mismísimo santo Job. En esta ocasión ya no sólo fue el tiempo de demora, cerca de 25 minutos, sino que otros clientes que estaban delante de mí aún no habían sido despachados cuando yo abandonaba el establecimiento.

Para empezar, quien distribuía los pedidos no estaba en su puesto, la encargada de sala llamando a gritos a un tal Jefferson que se suponía que era quien debía estar embandejando o embolsando los pedidos, pero resulta que al mismo tiempo era el encargado de llevar los pedidos a domicilio que, en cuanto se acumularon, tuvo que irse a pitando a vela llena. Pues bien, durante varios minutos los pedidos de sala y para quienes iban a llevárselos para casa estuvieron muertos de la risa.

Luego, la máquina dispensadora de refrescos estaba sin Coca Cola y cuando un cliente fue a quejarse le hicieron el mismo caso que quien quiere hablar con la pared. ¡Ah, y por supuesto, cuidado con pedirles salsas! Ahí te sueltan cuatro sobre de Ketchup y así te las compongas. Como se te ocurra pedir mostaza, especialmente a la encargada que un momento determinado tuvo que ponerse con los pedidos, te pone tal cara de vinagre que espanta, exactamente igual que con las servilletas. Además, te sueltan el mismo latiguillo: ya se lo he puesto señor, aunque luego llegue uno a casa y veas que no tienes ni mostaza ni servilletas. Así Burger King está perdiendo prestigio a chorros, por culpa de unos ineptos que no saben organizarse.

0 comentarios