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Desde mi escaño

Carlos Herrera: un fichaje de relumbrón para COPE, aunque con algunos matices

La Cadena COPE, que duda cabe, ha realizado un excelente fichaje, una incorporación de Champions League, con Carlos Herrera. El periodista almeriense será el plus que precisa la emisora para dar, por fin, el salto cualitativo necesario y abordar la primera posición en el EGM, un Estudio General de Medios que, dicho sea de paso, se hace como se hace y tiene la cocina que tiene.

Herrera tampoco es un desconocido en la casa. Ya estuvo en una etapa anterior y siempre ha sido el objeto de deseo de la emisora episcopal, aunque evidentemente el sueldo del locutor era un freno importante, máxime cuando en agosto de 2010 se produjo el gran desembarco del equipo de deportes de la SER, con Paco González y Pepe Domingo Castaño y toda su tropa y cinco meses después, en enero de 2011, la llegada de míster X, es decir Manolo Lama.

Además, al margen del aspecto económico, también habría sido muy complicado explicarle al comité intercentros que al mismo tiempo que no había dinero para mantener plantel y sueldos y, por tanto, había que hacer dolorosos recortes en ambos sectores, se anunciara a bombo y platillo la llegada de una súper estrella como lo es Carlos Herrera. No habría habido forma coherente de justificar que rodasen cabezas y que a la par entrase por la puerta grande el periodista almeriense.

Y aún así tampoco habrá quien tire voladores dentro de COPE. Ha habido que hacer muchos equilibrios, mucha contención salarial y provocar alguna que otra salida no muy lejana en el tiempo, como el caso de Juanma Rodríguez, y es evidente que se mirará con cierta envidia y cierto recelo a Herrera, aunque evidentemente él no tiene responsabilidad alguna en lo que son unas decisiones empresariales más o menos afortunadas.

Después de casi cinco meses hay ganas de escuchar el gracejo del periodista andaluz después de su salida amistosa de Onda Cero a finales de marzo de 2015. Buena suerte maestro, aunque sé sobradamente que no le hará falta porque el arte radiofónico lo lleva en las venas.

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