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Desde mi escaño

Fernando Borrajo, el hombre que mima en Canarias los campos de golf

Canarias puede presumir con orgullo de tener en su tierra a un valedor de los campos de golf como es Fernando Borrajo. Perteneciente al Real Club de Golf Tenerife, este greenkeeper cuenta en su haber con la distinción de ser el mejor de su profesión a nivel nacional, tal y como quedó patente en la concesión del título al mejor cuidador de campos de golf de 2014 otorgado por la Asociación Española de Greenkeepers a su trayectoria profesional. Y mira que habrá campos en España, pero si el galardón ha recaído en Borrajo, por algo será.

No estamos hablando de una profesión que sea sencilla ni de una jornada laboral precisamente corta. Hay días en que su presencia en el campo puede extenderse fácilmente por encima de las 14 horas porque hay que cuidar hasta el más mínimo detalle. Los golfistas , de hecho, aprecian sobradamente que una instalación se encuentre en perfectas condiciones y esto se consigue con esfuerzo, dedicación y constancia. Si una planta hay que mimarla a diario, un campo de golf aún más.

Borrajo, acreditado ingeniero forestal y que ha sido asesor en la construcción de estas instalaciones en el extranjero, amén de impartir conferencias y masters en universidades sobre el mantenimiento del césped es un firme defensor de la presencia de los campos de golf en las Islas y aporta con datos irrefutables que, lejos de ser un crimen para el territorio, son terrenos perfectamente sostenibles y que, aparte de todo, generan unos ingresos cuantiosos a las arcas turísticas del Archipiélago.

Dicho en plata, aquellos ecologistas que están continuamente erre que erre rajando contra los campos de golf, hablando del derroche de agua que tienen estas instalaciones, Borrajo contrapone que medioambientalmente tiene factores que son muy positivos y contrastados con otra serie de cultivos agrícolas. Y lo dice alguien que conoce a la perfección el terreno como experto ingeniero forestal.

El campo de golf, analizándolo fríamente, no deja de ser un cultivo tanto en el consumo de agua como de fertilizantes. Lo curioso es que estas instalaciones son un elemento eficaz para frenar la erosión del terreno y, económicamente, aunque pueda gastar tanto como un cultivo de regadío, los ingresos que se reciben a cambio son tan elevado que compensa sobradamente. Solamente el turismo de congresos suele atraer a una gran cantidad de jugadores de este deporte que disfrutan no sólo de su afición deportiva, sino que lo hacen a una temperatura agradable y acariciados en su recorrido a lo largo de 18 hoyos por la suave brisa del alisio. ¿Qué más se puede pedir? Solo una cosa, que sepamos agradecer como se merece la labor denodada de este especialista en tener los campos de golf como los chorros del oro, listos para embocar en el siguiente hoyo.

Artículo publicado en ABC Canarias

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