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Desde mi escaño

Pablo Iglesias I, el modesto: gasta casta a borbotones

Pablo Iglesias es un fiel seguidor de la cofradía del ‘haced lo que diga, no lo que haga’. El de Podemos, cual líder de secta, siempre mantuvo por activa y por pasiva que jamás gobernaría con los partidos tradicionales, que ni PP ni PSOE, que él venía a echar a la casta.

Y sí, efectivamente, él ha venido a echar a la casta…pero para colocarse él. Lo que le mola a Iglesias es estar en la poltrona, en el sillón de cuero repujado y mesa de maderas nobles mientras le pone al orden del día su séquito de secretarias.

Sí, amigos, este es el secretario general de Podemos, un sujeto cuyas promesas son más falsas que un euro de madera, menos creíble que decir que en Corea del Norte existe democracia y, a fin de cuentas, un lobo que intentó disfrazarse de cordero quincemero, pero que le tiene más querencia a la pasta que el Dioni.

Iglesias ahora, sin que nadie le pregunte, se nos postula directamente como vicepresidente de Gobierno y, en un alarde de modestia aparte, le deja a Pedro Sánchez ser presidente, pero con el gabinete ministerial ya formado por sus podemitas de confianza, entre ellos Monedero sin ir más lejos.

De verdad, Iglesias hace tiempo que se quitó la careta y nos enseñó la carota tan dura que tiene. Lo que no sabíamos es que podía llegar tan lejos en sus pretensiones. Lo que sucede, claro está, es que hay quien se lo permite, sobre todo porque cuando el ‘guapo’ Sánchez quiere gobernar con 90 diputados, a 86 de la mayoría absoluta, el peaje a pagar es mucho más que elevado, al estilo de los usureros de la Edad Media.

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