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Desde mi escaño

Corcuera: dos huevos de patriotismo socialista

No es precisamente Corcuera santo de mi devoción. Cuando uno comenzaba ya a interesarse vivamente por esta profesión en los albores de la década de los 90, el periódico de Pedrojota Ramírez en aquella época, El Mundo, nos ofrecía con pelos y señales una noticia diaria sobre la famosa guerra sucia contra ETA, cortesía de los mercenarios del GAL, y con el ministro del Interior de la época, José Luis Corcuera, propiciando patadones en la puerta y secundado por un plantel de echarte a correr: Vera, Barrionuevo, San Cristóbal, Álvarez, Planchuelo, Amedo o Domínguez.

Sin embargo, hay algo que siempre caracterizó a Corcuera, su lealtad a este país, a España. Nunca hubiera admitido que su propio partido se hubiese vendido al separatismo por un plato de lentejas o por unos meses calentando el mullido sillón de presidente en el Palacio de la Moncloa. Pero claro, ni entonces el PSOE pensaba que iba a tener nada más que 90 diputados ni que al frente de la secretaría general iban a tener a un primavera como Pedro Sánchez.

Por eso, aun cogiéndolo con pinzas, testimonios como el de Corcuera, al fin y al cabo con dos huevos más grandes que los de Felipe González, le está escupiendo las verdades a la cara al tándem Sánchez-Luena. Ellos podrán pactar y así lo harán con los radicales de Podemos y sus marcas rupturistas, pero desde luego no lo van a hacer con la anuencia del viejo socialismo.

Que sí, que de acuerdo, que este es el socialismo de la mano en la caja, de Lasa y Zabala, de la guerra sucia y de la huida consentida de Luis Roldán, pero nunca tuvieron la desfachatez, la osadía o hasta la inclinación delictiva de juntarse con los independentistas y con quienes hacen negocios con el chavismo o los que cuelgan a homosexuales en Irán. Que Corcuera estuvo en un gobierno de mangantes, cierto, pero que ahora está demostrando un patriotismo a prueba de bombas también es irrefutable.

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