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Desde mi escaño

Granier Logroño o cómo intentar razonar con una encargada pariente de la mula Francis

Granier Logroño o cómo intentar razonar con una encargada pariente de la mula Francis

Regentar un negocio, mucho más cuando lo que prima es la atención de cara al público, obliga a unos mínimos de educación y cortesía. Dicho de otra manera, hay un dicho comercial que reza que el cliente siempre tiene razón y, por tanto, aunque a veces las quejas de un consumidor en concreto puedan ser exageradas, como dueños del establecimiento en cuestión debemos siempre prestar atención a la reclamación y, posteriormente, valorar si esta merece o no ser tenida en cuenta o si se trata de la intención de un jeta que pretende sacar gratis o más barato el servicio o el producto que ha solicitado.

El problema se agrava, empero, cuando el dueño (dueña en este caso que me ocupa y me preocupa) se extralimita en sus funciones y no sólo actúa de forma completamente maleducada y soez, sino que además llega a proferir una serie de exabruptos contra dos clientes que únicamente le habían hecho llegar su queja por un producto que entendían que nunca debía haberse servido, sino que estaba directamente para ser echado al cubo de la basura.

Les hablo de un local de la exitosa empresa Granier, con muchísimos establecimientos en toda España, pero que en Logroño han tenido la mala fortuna de poner al frente del mismo a una torpe, incapaz, mendaz y marrullera encargada. Una sujeta, con perdón, que creyéndose quizá presidenta del grupo, despachó con cajas destempladas a un par de clientes que le reclamaron que el croissant servido no era ni mucho menos del día. No sólo es que se desmigase por completo, sino que la dureza del mismo denotaba que no era de la hornada de esa mañana, sino que ya tenía unas cuantas horas más…y algún día también.

Pues bien, no sólo es que la señora en cuestión se pusiera como el bicho del pantano, sino que además tuvo más de una gruesa palabra con quienes únicamente y educadamente le habían hecho ver que ese dulce no estaba en condiciones de ser sacado para los clientes. Esta señora, evidentemente, lo que ha hecho con su torpe actitud ha sido cargarse el prestigio de una firma consolidada.

Ojalá y alguien en Granier se tome este artículo en consideración para que le retiren la franquicia porque, insisto, la compañía no puede permitirse el lujo de tener en nómina a chusma que lo único que hace es arrastrar por el lodo su buen nombre. Si no se sabe cuidar un negocio, mejor no tenerlo, al igual que tampoco es de recibo las formas matoniles de esa individua que ha hecho que dos consumidores habituales de Granier se estén pensando muy mucho si volver, aunque reconocen que esa ha sido la primera vez que han tenido tan mala experiencia, que en otros Granier han tenido una exquisita atención, pero que en el caso de la tienda de Logroño en vez de una encargada tuvieron la desgracia similar a la de intentar razonar con la mula Francis en sanscrito.

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