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Desde mi escaño

Pedro Sánchez tenía razón: hace historia siendo el primer candidato a presidente rechazado

Dos veces Pedro Sánchez ha pronunciado la famosa frase de "hemos hecho historia". La primera vez fue con motivo de la rueda de prensa ofrecida al filo de la medianoche del 20 de diciembre de 2016 cuando el PSOE sacaba los peores resultados de la democracia para el partido con 90 escaños -Corcuera despelleja al PSOE desde dentro: "Sánchez es un incompetente, nos hemos equivocado"-.

La segunda ocasión fue con motivo de esa especie de consulta-referendo de consumo interno donde sacó adelante su acuerdo con Ciudadanos, una votación que no interesó a la mitad del censo socialista y del otro 50% uno de cada cinco militantes le dijeron que no.

Pero, efectivamente, el ‘guapo y sonrisa Profidén’ pasará a la historia de la democracia española por ser el primer candidato a la presidencia del Gobierno que no consigue salir investido.

El atrevimiento y la osadía de arrogarse un papel que no le habían conferido las urnas serían suficientes para que el secretario general del PSOE desistiera en su intento de alcanzar La Moncloa en varias legislaturas, incluso para poner su cargo a disposición del partido. Pero obviamente no parece que eso esté en su hoja de ruta.

Pedro Sánchez ha mantenido entretenido al país durante un largo mes jurando y perjurando que él tenía los apoyos necesarios para convertirse en el nuevo jefe del Ejecutivo, pero la realidad es muy terca y después de dos votaciones, la del 2 de marzo de 2016 y la del 4 de marzo de 2016 sólo ha conseguido sumar 130 y 131 votos a favor, respectivamente. En ambas citas se llevó 219 rotundos y contundentes noes -El Congreso rechaza por segunda vez la investidura de Pedro Sánchez-.

De hecho, la cabezonería de Sánchez ha devenido en un engaño masivo no sólo al monarca, sino al conjunto de los españoles e incluso a su socio en ese pactito firmado con Ciudadanos -C’s ahora dice que no sabía dónde se metía y se queja de los guiños podemitas de Sánchez-.

El PSOE ha estado hasta última hora tratando de conseguir un acuerdo con Podemos a sabiendas de que los 40 diputados de Albert Rivera sólo le servían para lavar la cara a Sánchez frente a su militancia y, especialmente, ante Susana Díaz, la sultana que está con el cuchillo entre los dientes para asaltar Ferraz.

Otra gran pregunta sigue siendo cómo alguien con 90 diputados, un 25% del total de escaños de la Cámara, ha podido tener la arrogancia de postularse como presidente del Gobierno y, de postre, afearle al partido que había ganado las elecciones, el PP, que había desairado a los españoles al rechazar someterse a una sesión de investidura.

Las cuentas son claras a día de hoy y dejan en buen lugar a un mancillado Rajoy que, con 33 diputados más que el PSOE, fue sincero ante Felipe VI y le dijo que no contaba con los apoyos necesarios.

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