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Desde mi escaño

La yaya Carmena no distingue entre sueldos y la paga a los nietos: empleos a 64 euros de salario al mes

¿Quiere usted sentirse como un trabajador en la Cuba castrista o en cualquier país del África subsahariana? Si vive en Madrid, tal vez pueda sentir las mismas sensaciones que cualquier empleado de esas naciones con la porquería de salario que puede recibir de parte de empresas que trabajan asociadas al Ayuntamiento de Madrid.

Lo cierto es que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, hace tan sumamente ‘atractivas’ sus propuestas de empleo que sería como ‘El Padrino’, pero justo al revés, su antagonista. A saber, según el curro que elijas, puedes encontrarte con sueldos de 64 euros al mes, sí, al mes, no a la semana o al día. Jornadas parciales de dos o tres horas a la semana en centros culturales que ofrece una empresa que subcontrata el Ayuntamiento capitalino. Así lo publican en páginas de ofertas de trabajo sin ningún pudor.

¿Y dónde están esos ‘chollos salariales’? Pues centros culturales de distritos como Hortaleza, Salamanca, Usera, Moratalaz o Villaverde. El chiringuito de la yaya Carmena no tiene reparos en perpetuar unos puestos de trabajo con condiciones pésimas. La empresa de marras se llama Tritoma, que debe ser como el lema de las lentejas, si no las tomas, las dejas. 

Lo paradójico es que en octubre de 2015 el equipo de Ahora Madrid ya se enfrentó a esta problemática. Se anunció que iban a estudiar fórmulas para terminar con los contratos laborales precarios. Llevaba en el programa electoral una batería de medidas en contra de puestos de trabajo malpagados e inestables.

Pero nueve meses después ya se puede ver el resultado, salarios de menos de 65 euros al mes, una cantidad que, por ejemplo, puede percibir una interna solamente al día por estar al cuidado de una persona mayor. Hagan números y verán que con esa mierda de pastizal que le pagaría esa empresa privada, pero contratada por el Ayuntamiento, no pueden ustedes ni permitirse casi un café con croissant al día. Una desvergüenza más y un desdoro de la yaya populista.

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