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Desde mi escaño

Fosters Hollywood: rectificar es de sabios y justo también reconocerlo públicamente

Fosters Hollywood: rectificar es de sabios y justo también reconocerlo públicamente

Dicen que rectificar es de sabios y en esta ocasión, como es justo y es de ley, tengo que alabar en esta tribuna el magnífico comportamiento que han tenido en el restaurante Fosters Hollywood de la Avenida de Asturias número 9 en Madrid.

Hace unas semanas recordarán que aquí mismo hablaba sobre el pésimo servicio que nos habían dispensado a varias personas que acudimos un 22 de marzo de 2016 a un almuerzo. También fui muy crítico con la queja inicial enviada por los responsables de la propia marca porque todo parecía indicar que se trataba de la clásica respuesta standard a cualquier tipo de protesta.

Sin embargo, días después recibí un amable correo del gerente de este Fosters Hollywood pidiendo mil disculpas y asegurando que lo que había sucedido había sido por una mera cuestión logística. No habían previsto para esa jornada tal cantidad de clientes y se vieron literalmente desbordados. Eso sí, reconocía que la culpa solamente era imputable a él por haber dejado ese mediodía el restaurante con menos personal del debido. Eso le honra como profesional, pero también como persona, sobre todo porque a cualquier ser humano con un poco de ego nos cuesta reconocer y encajar las críticas y el responsable de este local lo hizo de una manera impecable.

Y, evidentemente, como todo el mundo merece una segunda oportunidad en la vida (y una tercera y una cuarta si es menester) volvimos a almorzar en la jornada de este 21 de abril de 2016 y, desde luego, puedo dar fe de que la atención fue de matrícula de honor, todas las comandas ejecutadas a la perfección en rapidez y en lo que a la comida correspondía. Todo servido, además, con una amabilidad exquisita.

Así que, como dije al principio, como de sabios es rectificar, también, evidentemente, destaco y alabo el giro que se le ha dado a la logística de este Fosters Hollywood al que, evidentemente, volveremos en más ocasiones porque se lo han ganado. Y, al final, al igual que todo excelso escritor puede tener un lapsus, tampoco otros profesionales están exentos de tener un mal día.

E insisto, y esto es lo reseñable, que un gerente se tome la molestia e invierta parte de su ocupado tiempo en responder y disculparse con unos clientes que se han marchado insatisfechos. Hoy en día, de verdad, eso da un valor añadido a cualquier negocio. Créanme, cuando les digo que a esta persona, más que ingresar unos euros de más o de menos, le preocupa tener a los comensales satisfechos. Por eso, una vez más, mi más sincera enhorabuena por redoblar esfuerzos y hacer que los clientes se marchen no sólo con el estómago lleno, sino también plenamente satisfechos con un servicio de categoría.

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