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Desde mi escaño

¿Robo o necesidad?

¿Robo o necesidad?

Hace ya alguna que otra semana saltó a la palestra el caso de una trabajadora despedida del albergue municipal de Santa Cruz de Tenerife por robar un par de panecillos y 150 gramos de queso con el propósito de darle algo que comer a sus hijos. La noticia saltó incluso a la escena nacional y hasta el propio alcalde capitalino, José Manuel Bermúdez, salió a la palestra para solicitar a la empresa concesionaria de gestionar la instalación que tuviera en cuenta la situación de esta empleada para que reconsiderase su primera decisión y la readmitiese en su puesto de trabajo.

Sí, evidentemente, viéndolo desde una sola vertiente, la medida adoptada por la compañía que tiene encomendadas determinadas tareas en el albergue municipal de Santa Cruz de Tenerife parece desmedida a tenor de la cantidad de la que estamos hablando y mucho más considerando el factor de que, según el testimonio de la mujer, era sólo para alimentar a sus pequeños, aunque poco iba a poder hacer con tan escasa cantidad de queso y esos dos tristes panecillos.

Sin embargo, un hecho hay que verlo en perspectiva o en todas sus caras. No vale con quedarse sólo con una parte y la otra, como ustedes ya podrán presuponerse, es la que toca al lugar en el que se produce esta sustracción. Estamos hablando no del restaurante del hotel Mencey o de Los Limoneros, sino del lugar al que acuden todas aquellas personas que no tienen un trozo de pan que llevarse a la boca y que encuentran en el albergue santacrucero un lugar de esperanza en el que poder tapar ese inmenso agujero en el estómago de toda una jornada yendo calle arriba, calle abajo en busca de una esperanza que nunca acaba de venir o de dejarse encontrar y, quizá, aunque el gesto de esa trabajadora no fue ni mucho menos con la idea de dejar a un vagabundo sin su porción del día, lo cierto es que el hecho tenía su relevancia y ahora me van a entender perfectamente.

¿Ustedes se imaginan que alguien robase de un hospital improvisado en un campo de refugiados las medicinas para curar a alguien de fuera de ese recinto dejando sin tratamiento a alguno de los allí resguardados? ¿Verdad que no? Pues esto viene a ser lo mismo, vestir a un santo para desvestir a otro.

Esta buena mujer lo que debería de haber hecho es hablar con su superiora y pedirle que le dejase esa comida para sus hijos, pero no robarla porque, aunque su intención fuese digna, la de evitar que sus hijos pasaran hambre, ella lo que hizo fue robar en su puesto de trabajo y, sobre todo, sustraerle comida a personas que están tan o más necesitadas que sus vástagos.

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