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Desde mi escaño

Las patrullas anti-excrementos caninos: todo un acierto de Manuela Carmena

No, no se me asusten que no me ha dado ningún ictus. Sí, estimados lectores, voy a hablar bien (y ojalá que sirviera de precedente) de la alcaldesa de Madrid, de la señora Manuela Carmena. Sí, para todos aquellos que siempre me acusan de ser un partidista, de estar vendido a un determinado partido (a esa misma formación de la que fui afiliado y hace más de cinco años que me borré porque al final todos vienen a estar cortados en su funcionamiento y en su democracia interna por el mismo patrón), verán que a mí no me duelen prendas en ponderar decisiones y medidas que contribuyan al bienestar de los ciudadanos independientemente del color del político que las proponga.

Verán, aquí, en Madrid, llevamos décadas tolerando una práctica muy maloliente, la de esos dueños de perros que, haciendo gala de un incivismo supino, pasan olímpicamente de recoger las deposiciones caninas. Les da igual que sea un descampado, que un parque o en plena acera. Ahí se queda el regalito de marras para la posteridad hasta que es recogido por los barrenderos o acaba (la mayoría de las veces) siendo pisado por un peatón que, en el mejor de los casos, maldecirá su mala suerte por haber machacado con su zapato un truño. Otras veces, incluso, puede ser peor y acabar dándote un costalazo propio de los dibujos animados.

Por esa razón, y viendo que las campañas de concienciación no han valido para nada, Manuela Carmena ha decidido ir a por todas y empezar a poner patrullas de incógnito en los distritos donde parece que esta mala praxis está más extendida y pillar in fraganti a esos dueños de canes que no recogen los excrementos. Si el dato no le tengo mal apuntado, creo que la multa puede salir entre 200-300 euros que puede ser reemplazada por trabajos de limpieza los fines de semana con una duración de entre 4 a 8 horas. Ojalá y empiecen a pulular por todos los barrios ese servicio porque no es de recibo que hasta la fecha los dueños de los perros hayan campado a sus anchas dejándonos calles, parques y jardines perfumados con tan malolientes aromas.

Y sólo, ya para terminar, una pequeña sugerencia a la alcaldesa. A veces no se trata tanto de poner una multa grandilocuente porque, y todos lo sabemos, enseguida saldrán despachos de abogados especializados en recurrir este tipo de sanciones. Creo que a veces puede doler más al bolsillo que al infractor pillado sobre la marcha le casquen automáticamente allí mismo una multita de 40-50 euros, una cantidad no muy grande, cierto es, pero por la que nadie va a reclamar ante la Justicia porque sería peor el remedio que la enfermedad. Y, de paso, también habría que meter en el mismo saco a esos ciudadanos que también tiran papeles y colillas a la vía pública. A ver si es verdad que empezamos a hacer de Madrid una ciudad limpia y que sea la envidia de quienes nos visitan.

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