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Desde mi escaño

Rosa Díez: la desmemoriada y prepotente caudilla de UPyD

Ni un simple atisbo de autocrítica. La fundadora de UPyD y hasta hace unos meses lideresa autoritaria de la formación magenta, Rosa Díez, se encuentra estos días de promoción por su libro ‘Los aventureros cuerdos’ y luciendo palmito por los mingitorios mediáticos para contar su verdad sobre el origen, crecimiento y posterior caída del partido. Su versión de los hechos, por supuesto, difiere mucho de lo que en realidad sucedió, entre otras cosas porque, como el mal capitán de un barco que naufraga, la primera en saltar de la embarcación fue ella y, tiempo después, aún es incapaz de reconocer que su gestión llevó a UPyD a chocar contra el iceberg. Pero es que Rosa es así de déspota y de desmemoriada.

Es verdad que dentro de UPyD ha habido gente tan ‘fiel’ a las siglas como Satanás a los preceptos de la Biblia. Por ahí ha pasado gente de tanta vocación al espíritu de la formación magenta como Toni Cantó o Irene Lozano, dos tránsfugas de tomo y lomo, dos elementos que supieron trabajarse desde dentro un futuro mejor en otra formación. Para ellos el escaño en el Congreso de los Diputados les sirvió para medrar y enrolarse en otras formaciones, Ciudadanos y PSOE, respectivamente, aunque la segunda ya acaba de pagar el precio de su traición no yendo nuevamente en las listas de Pedro Sánchez, al que engañó una vez, pero no así a otros dirigentes socialistas que estaban alucinados de ver en la plancha electoral y en un puesto de salida a una personaja que les había puesto de vuelta y media.

Pero más allá de estas adhesiones (in)condicionales que fue encontrando a lo largo de su camino Rosa Díez, lo que no deja de ser espeluznante es creerse poco menos que víctima de una conspiración de PP-PSOE y medios de comunicación para que el proyecto de UPyD saltara por los aires. ¡Querida Rosa, yo te diré la verdad de tu fracaso! Tu trastazo se debe únicamente a hacer las cosas con mano de hierro, usando tácticas despóticas, haciendo y deshaciendo en las provincias a tu antojo.

¿Te han contado lo que hacían tus acólitos, por ejemplo, en Santa Cruz de Tenerife? Pregunta e indaga un poco sobre como gente que sí trabajó para el partido era apartada por arribistas de tomo y lomo que sólo querían figurar y, de paso, tratar de pillar algún cargo. El partido, Rosita, se te jodió por la base y por tu empeño en ir de altiva e intensa, creyendo que todo el mundo iba a hacer lo que a ti te diera la realísima gana. Y es que la prepotencia tiene un recorrido muy corto y su meta final es el precipicio.

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