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Desde mi escaño

La vida es una jota...machista y ordinaria

Remedando a la genial Marisol, la vida es una jota, de ordinariez, machismo y mal olor. Sí, aquí las reglas del juego las quieren imponer y cambiar los mismos de siempre, esos que van dando lecciones sobre feminismo, igualdad y buenas maneras, pero que en verdad, en cuanto se les deja solos, actúan como los habitantes de las cavernas. Sólo les falta coger a las mujeres y agarrarlas por el pelo para llevárselas a lo más profundo de la gruta.

Resulta que en este país, si eres Pablo Echenique y perteneces a Podemos, entonces tienes bula papal para soltar la primera bestialidad que se te ocurra contra el sexo femenino. Lo del “Chúpame la mina, Dominga, que tiene sustancia” resulta algo chabacano y sumamente vulgar, independientemente de que tenga la rima o la jota de marras no sé cuántas décadas. Si estamos en pleno siglo XXI y estamos defendiendo la figura de la mujer, no sé a qué viene rescatar esta jotilla que es bastarda se mire por donde se mire.

Los puristas podemitas y sus terminales mediáticas, siempre atentas a no dejar pasar la más mínima oportunidad, han salido no sólo a defender a Pablo Echenique, sino también a defender la esencia de la tradición de la letra y que esto pertenece a la idiosincrasia de la cultura popular aragonesa. Puesto a argumentar con la historicidad de la letra de turno, también podría recordarle a estos señores que hace tiempo también era muy tradicional tirar una cabra desde lo alto de un campanario y que, evidentemente, imbuidos todos por un respeto hacia los animales, esa práctica, en teoría, está erradicada.

Si Echenique quiere seguir cantando sus jotas picantes y machistas, que lo haga, que no se corte un pelo, pero lo que no puede ser es que se apliquen para sí la parte beneficiosa de la ley del embudo, es decir lo ancho para ellos y lo estrecho para los demás. Si esta coplilla se la llegan a pillar cantando a Miguel Arias Cañete, el eurodiputado del PP no tiene continente para esconderse y evitar la lapidación a la que habría sido sometido. Pero claro, si lo hace Echenique, entonces el cuento cambia, exactamente lo mismo que cuando no le das de alta a tu asistente en la Seguridad Social. ¡Joder con la jota!

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