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Desde mi escaño

Facebook se achanta con Willy Toledo

Doble vara de medir. Willy Toledo, al que Facebook había cerrado su cuenta por, entre otras razones, llamar “gusano” al vallista hispano-cubano Orlando Ortega, vuelve a tener a su entera disposición esta red social y, de milagro, no se han postrado ante los pies del atleta para seguir rindiéndole toda clase de pleitesías. Sí, así se escribe la historia de una página que tiene una más que rígida política de control de comportamiento de sus usuarios, a los que cierra, cancela o bloquea la página cuando mejor le viene, pero en cambio es capaz de achantarse ante la presión social de los seguidores de este actor.

Es de todo punto inconcebible que Toledo pueda usar una red social para dar rienda suelta a sus más bajas pasiones y que encima pueda salir indemne de las mismas. Todos, en mayor o menor medida, hemos tenido nuestros arrebatos viscerales y hemos escrito, cegados por el odio, la rabia o la decepción, alguna que otra bestialidad. Pues bien, en muchos casos no ha habido ni tiempo para el arrepentimiento espontáneo. Facebook o Twitter han suspendido o cancelado la cuenta de aquel que osara insultar a otra persona, algo que, y yo lo he sufrido, me parece completamente lógico y es un acicate para saber utilizar las redes sociales de manera coherente, lógica, razonada y responsablemente.

Sin embargo, debe ser que en el caso de Toledo algo se nos escapa. Tal vez disponga de una especie de salvoconducto que le permite decir toda clase de improperios y que encima le salgan gratis, debe ser que el fundador de Facebook le ha dado derecho de pernada para insultar cual troll infiltrado en las redes porque lo cierto es que no he asistido a mayor bajada de pantalones que la que ha habido con el actor nada más cerrarle su cuenta.

Y miren, no es que vaya a quejarme a Facebook por un quítame allá esas advertencias si se me escapaba un insulto o una palabra gruesa. Al contrario, me resulta sumamente educativo y edificante que enseñen a los usuarios a comportarse como personas civilizadas, pero lo que ha pasado con Willy Toledo no me parece, precisamente, el mejor ejemplo a seguir porque aquí ha habido una sospechosa y apestosa doble vara de medir.

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