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Desde mi escaño

Las intolerables medias tintas con el Toro de la Vega

Las medias tintas, por lo general, son malas en esta vida. Uno no puede quedarse en una especie de limbo en el cual deja de hacer las cosas, pero sólo a medias. Por ejemplo, imagínense que cuando se hubiese abolido la pena de muerte se hubiese permitido que a los presos se les pudiera seguir torturando. ¿Verdad que no tendría lógica alguna? Pues eso mismo es lo que sucede con el Toro de la Vega, al cual, desde esta edición de 2016, que se está celebrando este 13 de septiembre de 2016, no se podrá matar, pero aún ha quedado en un vacío jurídico si se le podrán hacer toda clase de animaladas.

Desgraciadamente, al haber sido tan difusos y tan poco claros los responsables de la Junta de Castilla y León, en Tordesillas se va a armar la de Dios es Cristo con partidarios y detractores de esta bestialidad de tradición. Alguien ha querido estar entre dos aguas, pero sin mojarse y eso no es posible. Hay cuestiones que deben de ser blancas o negras. Dejar esto del Toro de la Vega en tonalidades grises sólo invita a una confusión y a acrecentar una polémica innecesaria.

Entre otras razones para criticar a quienes han hecho tan chapucera legislación, cabe resaltar el hecho de que hoy serán varios efectivos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado los que estén vigilando no sólo que se cumpla el mandato de no matar al toro, sino también de evitar que haya conflictos entre partidarios del festejo y de los animalistas. En los últimos años la tensión y las trompadas eran más propias de un western, de unas peleas de salón que hubiesen atemorizado al mismísimo John Wayne. ¿No hubiese sido más sencillo cortar por lo sano?

Insisto en que el Gobierno castellano-leonés no ha estado fino en esta cuestión y lo único que ha hecho es cobardear en tablas, dejar ‘afeitada’ una tradición en vez de erradicarla por completo y así nos hubiésemos evitado tener que estar pendientes de que hoy nadie salga herido de las previsibles peleas tabernarias que a buen seguro se van a producir, máxime además porque las principales cadenas de televisión van a estar al cabo de la noticia y nada excita más a determinadas bestias la presencia de una cámara para demostrar al mundo que se puede ser más cabestro que un toro.

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