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Desde mi escaño

Lo que faltaba en el caso Diana Quer: los voluntariosos espontáneos con ganas de fama

Han debido poner en la comandancia de la Guardia Civil de A Pobra de Caramiñal, en La Coruña, una de esas máquinas similares a las de coger el turno en cualquier supermercado u oficina, pero en vez de darte un número lo que te ofrece es una teoría, una hipótesis nueva diaria sobre la desaparición de Diana Quer.

Tras superarse el mes de desaparición de esta joven madrileña, la imaginación se ha disparado hasta extremos insospechados y cada vez son más personas las que dicen haber visto a la chica aquí, allá y en donde menos uno pueda imaginarse. Alrededor de 300 testimonios han aliñado una investigación que cada vez somos muchos los que no tenemos claro hacia dónde se dirige ante la gran cantidad de elementos y de piezas nuevas de un puzzle que vienen apareciendo y que a veces parecen corresponder a otra caja porque, sencillamente, no encajan.

Lo peor que le podía venir a este caso es que se le dé demasiado pábulo a personas que aseguran haber visto de cerca a Diana y que puedan contar con sus minutos de gloria en televisión. Insisto en que en todos estos casos de desaparecidos, la discreción tendría que ser la marca a seguir y, en todo caso, de existir esos testimonios, estos deberían de quedar circunscritos a la esfera policial y judicial porque, desgraciadamente, cuando salen a los medios de comunicación siempre habrá alguien que pueda tener la tentación de inventarse una buena historia para poder chupar cámara, complicando la investigación de manera innecesaria.

Ya sé que dirán que los medios deben informar, pero seguro que lo dicen personas que no han sufrido la desaparición de un ser querido. Seguro que en esa situación se pensarían muy mucho si les gustaría que a cada momento y en cada programa se rellenen varios minutos dando toda clase de hipótesis sobre el paradero de una persona.

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