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Desde mi escaño

Podemos pierde una oportunidad de oro con la muerte de Rita Barberá

Es un país de cainitas. Fallece Rita Barberá y lo primero que se les ocurre a los de Podemos es ordenar a todo aquel que pasara por ahí, por el hemiciclo, que no se unieran al minuto de silencio por la senadora y exacaldesa de Valencia, dando un claro ejemplo de sectarismo y de falta de respeto por quien hacía poco más de dos horas que acaba de fallecer.

Porque, miren ustedes, Barberá estaría implicada en una turbia trama de blanqueo de dinero, al menos estaba imputada y ya había empezado a ser juzgada por sus andanzas. ¿Qué era una política poco ejemplar? Pues miren, si el juez lo demostrase, está claro que podríamos afirmarlo sin ningún género de dudas. Pero aun así, ¿ha matado a alguien? Está claro que no, que Barberá sería muchas cosas, pero no una asesina.

Podemos ha demostrado tener hoy la misma sensibilidad que una ortiga o que un puerco espín, es decir ninguna. El ausentarse del minuto de silencio deja retratado a un partido que sólo es capaz de sentir pena por sus delincuentes. Hace bien poco que se lanzaban pancarta en mano a pedir la liberación de Andrés Bódalo, alguien que seguramente no habrá metido la zarpa en la caja, pero que desde luego las manos, los puños y los pies los tenía largos de narices y sobre todo muy dinámicos.

Hoy Podemos ha perdido una clara oportunidad de demostrar que es un partido del sistema, del que se puede discrepar por sus propuestas, sus ideas, pero no así de sus actos. Sin embargo, a Iglesias le ha vuelto a perder el ego y ha acabado viendo como hasta su socio Baldoví y el coleguita Gabriel Rufián han apostado por el respeto parlamentario. ¿Qué les hubiese costado a los podemitas? Nada, tan solo un minuto, pero para ellos eso era demasiado para el body.

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