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Desde mi escaño

La Navidad llega con unos intolerables whatsapps impersonales

Que las nuevas tecnologías nos facilitan muchas tareas del día a día resulta algo indudable, casi de Perogrullo. Sin embargo, hemos llegado a un punto en el que la sociedad se ha endrogado tanto con los aparatejos tecnológicos que hemos dejado a un lado el factor humano y a creernos que se puede llegar a sustituir una corta, pero sentida, felicitación navideña con un vídeo o un montaje divertido que, además, te acaba llegando masivamente repetido porque son gracietas que circulan por email o por whatsapp y al final se reenvían hacia todos los contactos que puedes tener en la agenda de contactos.

Reconozco y además así lo confieso que cuando alguien de mis contactos me manda uno de esos vídeos sin ningún tipo de mención a mí, sin una breve felicitación personalizada, no me ha dado la real gana de contestar por la sencilla razón de que no se trata de una felicitación sincera, sino una manera muy cómoda de quitarse de encima una tarea como si en vez de personas fuésemos trámites burocráticos que hay que cumplimentar como una ineludible obligación.

Pues no. Reivindico desde esta columna la vuelta a las felicitaciones de toda la vida, a esos mensajes donde al menos podías inferir que la otra persona se había acordado de ti al menos unos segundos currándose una pequeña dedicatoria y no un vídeo muy divertido, muy tronchante o muy entrañable, pero sin esa carga de humanidad, totalmente carente de toda sensibilidad.

Que sí, que será todo lo práctico que uno quiera, pero nada cuesta escribir en esos mensajes impersonales un. “Querido Pepito, deseo de todo corazón que disfrutes de una plácida Nochebuena y una muy Feliz Navidad”. ¿Ven cómo no lleva tanto tiempo personalizar un whatsapp y encima le damos un plus de emotividad? Y dicho esto, por supuesto, desearles unas muy felices Navidades a todos ustedes.

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