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Desde mi escaño

Kiko Rivera y su machismo en prime time con las risas de Pablo Motos

España ha luchado, y sigue luchando, porque sea efectiva la igualdad entre hombres y mujeres. Desgraciadamente, aún no hemos alcanzado esa madurez necesaria ni suficiente para sacudirnos de encima el polvo del camino de rancias actitudes machistas y casposas. Hace muchos años era normal hacer comentarios y hasta ver anuncios donde la mujer quedaba relegada a un mero papel decorativo o, cuando no, recibir una tremenda toña por no tenerle preparado a su esposo las zapatillas y una buena copa de coñac.

Afortunadamente, ese estereotipo ha ido desapareciendo, pero sólo a nivel superficial. En el fondo aún laten ciertos tics patriarcales, signos evidentes de que a poco que nos descuidemos volvemos a considerar a la mujer a la imagen y semejanza de una cocina, una lavadora o una aspiradora y eso, queridos míos, tiene que quedar enterrado de por vida. Y si alguno se empeña en no enterarse de que va la película pues que vaya comprándose un billete para viajar al presente, al siglo XXI, pero el de después de Cristo, no el tiempos de los egipcios o los mesopotámicos.

Todo esto viene a cuenta de la intolerable actitud de un tal Kiko Rivera, (lo de tal con ironía, claro) que se presentó en el programa ‘El Hormiguero’ (Antena 3) con unas actitudes más propias de un chuleta machista, asegurando que su madre era la mejor del mundo porque le había liberado de una serie de tareas domésticas. ¿Y quién te hizo a ti las cosas cuando tu querida mamá, Isabel Pantoja, estuvo en la cárcel por trincona a título lucrativo? ¿Te buscaste una chacha? ¿O quizá por eso tienes tantos problemas sentimentales, porque buscas en tus novias a unas perfectas asistentas que te lo den todo hecho?

Y si mal estuvo Kiko Rivera, mucho peor la actitud de un Pablo Motos que cree que como ahora hay buen entendimiento con el clan Pantoja hay que reírle las gracias a cualquier invitado de la familia, aunque lo que suelte por su boca sean burradas tan bochornosas como las de poner a su madre a la altura de una empleada del hogar. Al final el mensaje que se transmite es que es guay vejar a las mujeres y eso no sólo es un error tremendo, sino que encima se propaga a millones dentro de un programa de máxima audiencia como es ‘El Hormiguero’.

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