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Desde mi escaño

Las reglas del juego comercial

Las reglas del juego comercial

Cito textualmente la información elaborada por el periódico El Mundo: "Gran varapalo de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) a la nueva ley de comercio de Miguel Sebastián. El organismo presidido por Luis Berenguer ha remitido un demoledor informe sobre el anteproyecto elaborado por el Ministerio de Industria, al considerar que es "discriminatorio" para las grandes superficies y que no supondrá cambios sobre la situación actual. La CNC insta a Industria a que elabore una nueva ley de comercio con las mismas reglas de juego tanto para los pequeños establecimientos como para los grandes. Es decir, pide que se eliminen las licencias y las trabas a la apertura de los nuevos hipermercados o comercios de gran tamaño como pueden ser Leroy Merlin, Ikea, MediaMark o El Corte Inglés. Competencia, además, critica con fuerza que el ministerio haya dado barra libre a las autonomías para que impongan los límites a la implantación de nuevos establecimientos, ya que supone "una inhibición a favor de la dispersión normativa de la regulación sobre licencias comerciales", que además deja la puerta abierta "al mantenimiento injustificado del sistema actual de licencias".

A partir de aquí, y ya me refiero al ámbito canario, a los pequeños y medianos comerciantes, comandados por el siempre inconformista y complejo de Calimero, Luis de Miguel, les puede empezar a entrar el tembleque porque ya pueden poner todas las trabas legales y jurídicas que se les pase por la cabeza que al final serán tumbadas, entre otras razones porque será la Unión Europea quien ponga el freno a esas pretensiones de limitar el crecimiento del sector de los supermercados, hipermercados y grandes superficies comerciales. Es más, tendrá que ser el propio Gobierno de España el que, mediante los decretos o leyes que pueda promulgar, reclamarle a las autonomías que, en el sentido de proteger el libre mercado, no pongan más dificultades a la implantación de nuevos parques comerciales. Además, la experiencia personal me dicta que a mayor elección, ganamos todos, comerciantes, sean del tamaño que sean, y clientes.

Otra cuestión a tener en cuenta será la de los horarios de apertura, los festivos y los domingos. Uno tiene también su parecer en este aspecto y aboga por la fórmula de cuanto más, mejor. De acuerdo que tal vez, visto como hemos funcionado hasta la fecha, sea un tanto precipitado hablar de horarios de lunes a domingo durante todo el año, pero no estaría mal habilitar una fórmula mixta, como sucede en la Comunidad de Madrid, donde hay meses que se habilitan la mitad de los domingos para abrir libremente quien quiera y les aseguro que el éxito está más que garantizado, entre otras razones porque hay muchas personas que tienen un trabajo de lunes a sábado y, aunque acaben a mediodía, también les puedo predecir que no tienen la menor gana de meterse un sábado en la tarde en la jungla de un gran centro comercial para hacer la compra de la semana. Sé que en el Archipiélago la libertad de horarios comerciales que impone la UE a partir del 2010 levantará ampollas entre los más tradicionalistas e inmovilistas, esos que pretenden seguir haciendo de la calle Castillo y vías aledañas, así como del resto de Santa Cruz de Tenerife o de Las Palmas de Gran Canaria, vías fantasmas en días de domingo. Pero es lo que hay. Apenas queda medio año para el cambio y algunos hace siglos que siguen despachando igual, sin moverse de su acerado mostrador o no dejando al consumidor observar con detenimiento la mercancía.


1 comentario

Máximo Medina -

Los economistas más liberales, muchos de ellos habitan y trabajan para la UE, apuntan que el mercado lo regula todo. Salvo esta última crisis donde el varapalo ha sido tal que se han quedado todos mirando hacia el poder gubernativo pidiendo ayudas indiscriminadas. Si los ejecutivos hubieran actuado conforme a las recetas de estos liberales, la mayoría de los bancos y entidades financieras habrían quebrado. Luego el mercado es importante, sí, pero no se regula solo cuando las condiciones le superan. Por otro lado, qué ganas tienen ahora todos de aumentar horarios y días de trabajo justo cuando el paro crece a sus anchas por todo el mundo y obviamente los conumidores decrecen, ¿a quién van a ofrecer esos ampliados servicios? Ahora resulta que los inmovilistas son los que pretenden mantener sus derechos, ganados a pulso durante años. Por otro lado, me gustaría ver un supermercado abierto a las tres de la mañana, por si se me ocurre comprarme un paquete de papas fritas, pero también abiertas de par en par las dependencias de la UE por si se me enciende la bombilla y deseo interponer alguna queja sobre cualquier cosa. ¿Cómo, los asuntos oficiales siguen con el horario de siempre? Claro, convencer a los funcionarios es tarea imposible, ahora bien a los trabajadores se les impone y ya está. Viva el trabajo libre, absurdo e improductivo de madrugada, así como los de domingo y fiestas de guardar (todo al mismo y precario precio, me supongo). Me apunto.