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Fakebook: La red social encubre un zoco cutre y sin reglas
No, no es un error de transcripción.
Escribo Fakebook y no Facebook porque la famosa red social de Mark Zuckerberg se ha convertido en un lugar donde todo es posible menos, precisamente su objetivo inicial, la posibilidad de entablar relaciones sociales o encontrar a viejos amigos de la infancia, del cole, del instituto o poder crear grupos de intereses comunes.
Ahora esa red, que miente desde su propio nombre, es el nicho ideal (como Mientagram) para que los amigos de las criptomonedas y los vendedores de pacotilla hagan su agosto sin que nadie les ponga freno alguno.
Y da igual que denuncies a los responsables de la red social. De manera sistemática te rechazan la misma o, a lo sumo, la tienen en espera a ver si el querellante se cansa y no insiste en dar la lata.
¿Consecuencias? Muy sencillas, que auténticos chanchulleros hacen su agosto a costa de gente crédula que cree haber encontrado el chollo de su vida y lo que acaban recibiendo es una auténtica estafa en toda regla.
Tallas que no se corresponden con lo adquirido inicialmente, productos con restos sospechosos, materiales de una calidad ínfima y, lo peor de todo, unos vendedores mal encarados y que ponen miles de excusas para no devolver el dinero o, incluso, para intentar sacar tajada de su mala praxis ofreciéndose a mandar el nuevo producto a cambio, claro de un nuevo envío por parte del cliente.
Es decir, no solo pagas por el producto inicialmente pedido, sino que corre de tu propia cuenta el mandar de vuelta lo adquirido así como los portes del nuevo artículo.
¡Ah, y no dejemos en el tintero la actitud tabernaria de algunos de estos vendedores! En cuanto se les pone las peras al cuarto, recurren al insulto, al bloqueo o a dar de baja el número desde el que inicialmente gestionaron la transacción.
¿Y qué hace Fakebook ante esto? La táctica del avestruz y la callada por respuesta.