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Desde mi escaño

La igualdad no está en los cuentos

La igualdad no está en los cuentos

El Ayuntamiento de Los Realejos, concretamente su concejal (o concejala) de Igualdad de Oportunidades, Luisa Salazar, presentó a principios de esta semana una nueva edición del proyecto Niñolandia, que como principal novedad para este año incluye la readaptación de cuentos clásicos para evitar el "sexismo" que hasta ahora emanaban en sus páginas. Es decir, no hay preocupación por las altas tasas de absentismo escolar, del fracaso académico o de la falta de respeto hacia los docentes. No, lo que realmente angustia a los políticos que gobiernan en este municipio del norte de Tenerife es que los alumnos de las más tiernas edades pierdan el tiempo en reconvertir los clásicos de toda la vida en historias donde se vea la igualdad, otros prototipos distintos a los que hasta ahora los hermanos Andersen y compañía nos habían vendido.

Pues mire usted, señora Salazar, uno, personalmente, está de acuerdo en apostar por la igualdad, pero me resulta sumamente surrealista cambiar el rol de los personajes de unos cuentos que llevan décadas y décadas pasando de generación en generación y nadie se ha traumatizado por lo mal que lo pasaba El patito feo, el mobbing socio-laboral que sufría la pobre Cenicienta o la pérfida bruja del bosque que envenenó con una jugosa manzana a Blancanieves. De verdad, a veces ustedes, los políticos, ven fantasmas donde no los hay, al estilo de los gigantes que creía ver Don Quijote cuando sólo se trataba de unos ordinarios molinos de viento. ¿Cree de verdad que la igualdad se consigue por cambiar unos argumentos que, a fin de cuentas, no dejan de ser unos cuentos infantiles que no tienen la menor de las malicias?

Pero, ya puestos, si queremos hablar de igualdad y de contextualizar los cuentos a lo que es la sociedad de hoy, vayamos entonces a saco. No olvide usted, señora Salazar, que hoy está aprobada la unión entre parejas del mismo sexo, ¿por qué entonces no ponemos a una Cenicienta que sea conquistada en el baile por una princesa o que Blancanieves sea un hombre, viva con siete enanitas y sea despertado por un hombre tras ingerir la manzana de un brujo? Ya puestos, seamos rompedores y radicales sin tapujo alguno.

De verdad, la igualdad de oportunidades es un asunto mucho más serio que cambiar los roles de los personajes de unos inocuos cuentos. La lucha contra la discriminación sexista no se gana por modificar esas historias infantiles, sino velando porque hombres y mujeres accedan a un puesto de trabajo en función de sus capacidades, no por una cuestión de hombría o de cuota. ¿Cree usted que Zapatero, por ejemplo, es feminista por tener la mitad del Consejo de Ministros lleno de mujeres? Créame, eso es lo más sexista que pueda haber porque parece que a las féminas se las ha metido en el Gobierno por una mera cuestión de cuota (bueno ha habido y hay casos en los que determinadas ministras no dan la talla) y no tanto por su valía. ¿Por qué en vez de ser la relación de un 50%-50% no es del 60% a favor de las mujeres? Mientras nos fijemos en el detalle, en la anécdota y no en lo que realmente interesa...

1 comentario

Máximo Medina -

Tengo que partir de la base de que sexismo es una patraña del siglo pasado, porque si tenemos una Constitución que oficializa la igualdad para todos, no tendría que existir ningún tipo de discriminación. Aquí lo que se impone es la capacitación y los conocimientos, incluso la experiencia, para acceder a cualquier puesto en todo tipo de trabajo. No estoy a favor de la discriminación positiva, es una forma una exclusión por razón de sexo, y creo que quien ocupe un cargo debe estar preparado para ello. No hay más. Las cuotas, por tanto, me parecen injustas, pero tanto en un sentido como en el otro. No tiene por qué haber más hombres o más mujeres, sólo los mejores. Lo de los cuentos es una triste anécdota de que la igualdad de oportunidades no está nada clara en algunas mentes y prefieren tirar de la discriminación positiva (palabras que jamás deberían ir juntas en una misma frase). Al poder los inteligentes, el resto, como yo, a aprender para poder opositar más adelante.