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Desde mi escaño

La guerra de las ondas

La guerra de las ondas

Se lía, y de las gordas, en el panorama radiofónico español. La Ser, posiblemente moscatel con el EGM que se publicará el jueves que viene, ha arremetido contra la Cope, concretamente contra el Tiempo de Juego, para pedir no sólo que le indemnicen económicamente, sino que además se pare la emisión del programa, al menos cautelarmente, además en vísperas de la madre de todas las batallas futbolísticas que hay todas las temporadas. Tiene pocos visos de prosperar la propuesta, pero también es verdad que el medio centenar de profesionales que se pasaron de Gran Vía a la calle Alfonso XII han hecho una imitación demasiado parecida al Carrusel Deportivo de la Cadena Ser.

Bien es cierto que quienes hemos sido afines al programa deportivo de la Cope, al menos en mi caso desde el traslado de José María García desde Antena 3, hemos asistido asombrados a un calco excesivamente original a lo que se hacía en la plataforma prisaica. Demasiadas coincidencias, formato muy similar, gracietas que, únicamente cambiándole el apellido de la Ser por la cadena episcopal, eran las mismas que antes se hacían delante del micro amarillo y ahora desde el azul.

Desconozco hasta qué punto había derechos de imagen que pertenecieran a la Ser y los que fuesen propiedad de Paco González y Pepe Domingo Castaño, pero a nadie se le engaña que el estilo que están aplicando presentador y animador es una réplica de lo que se hacía en la competencia y hasta cierto punto es normal que haya un cierto resquemor en la sede de Prisa por vender el mismo producto, pero con otra etiqueta. Evidentemente, si el dueño primigenio tenía la patente en exclusiva, resulta lógico de todo punto que haya demandas a la vista.

Eso sí, tampoco vayamos a creer ahora que los de la Ser son santitos de estampita o de peana. Nada más lejos de la realidad. Todavía colea el gran favor hecho por Felipe González Márquez cuando se permitió, saltándose cualquier ley, la expropiación de Antena 3 por parte del grupo Prisa. La joven cadena, con profesionales de la talla de José María García, Luis Herrero, Federico Jiménez Losantos o el malogrado Antonio Herrero, tenía contra las cuerdas al imperio de Polanco y, lo más grave aún, sacaba diariamente a paseo las corruptelas felipistas. Desde Moncloa se dio carta de naturalez a una operación irregular a todas luces, pero sólo años después sería la Justicia la que obligaría a la devolución de unas antenas que, a estas alturas, ya no valen de nada porque Antena 3 Radio desapareció tras una eutanasia perfectamente aplicada.

La Ser está sufriendo en sus carnes la jugarreta que hizo en 1992, pero con una diferencia más que sustancial. La Cope, que desahució a gran parte del excelente equipo que comandaban José Antonio Abellán y Rafael Sánchez, ha realizado estos fichajes sin la mediación ni el chantaje de un presidente de Gobierno. Aquí sólo ha funcionado una máxima, la de a más dinero ganar (aunque ahora los Castaño, González y Alcalá quieran hablar de la libertad que tienen en la emisora de los curas). Estará interesante saber qué pasará en las próximas fechas y si, de repente, el lunes aparece en el Nou Camp Manolo Lama con un micro azul.

1 comentario

Máximo Medina -

Curioso caso el que se ha presentado ahora entre la SER y la Cope. El programa deportivo de marras, ¿de quién es, de quien lo hace o del dueño de la emisora? Yo creo que quien pone el sello, la marca, a un programa es todo aquel profesional que lo hace y ahora la emisora de Prisa no puede llamarse a engaño al no lograr retener a los profesionales que durante años hicieron el Carrusel y ahora hace el tiempo de juego. Es como si El Mundo demandara a El País por las columnas de un afamado escritor que hubiese cambiado de bando, por el simple hecho de que le pagaban más. El Carrusel lo han llevado durante décadas un grupo de profesionales que ahora ha cambiado de emisora, ¿es lícito que sigan haciendo lo mismo en la competencia? Yo pienso que sí, porque el trabajador lo único que tiene es su trabajo (aunque estos precisamente cobren auténticas pastas) y obviamente no puede regalarlo. Ahora bien, le decían a González, Castaño y los demás lo que tenían que hacer o se lo inventaron todo ellos. A eso se le llama estilo y es algo inherente a cada cual, como el famoso "un purito...". O es que le van a decir ahora a estos profesionales que esas cosas las podían hacer en la SER pero no en otro sitio. De todas maneras, es interesante el asunto porque así sabremos (si llega a haber algún juicio, que lo dudo) quién es el propietario intelectual de un trabajo. Otro ejemplo que se me ocurre: una productora de Hollywood que demanda a un actor por hacer un papel idéntico en una película de otra productora. Es como de locos.