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Desde mi escaño

Sosomán regio

Sosomán regio

El discurso navideño del Rey ha llegado a un punto de cloroformizar a quienes lo escuchan. No sólo es cansino el tono en sí (bueno, en realidad así ha sido siempre), sino que además nos pinta una realidad que de todos es sabida, pero no se moja, no entra en el fondo de la cuestión. Digamos que Su Majestad practica una especie de buenismo a lo sosomán, de no entrar a degüello contra los dirigentes que nos han colocado en tan delicada situación. Sí, plantea escenarios idílicos, bucólicos, pero completamente irreales, sobre todo dicho por alguien que hace ya mucho tiempo que dejó de estar en contacto con la realidad cotidiana, con los problemas de los españoles.

A mí, ¿qué quieren que les diga? ¿Qué el Rey ha estado duro porque ha incidido mucho en la situación de crisis y de paro? Oiga, es que eso ya es algo sabido y asumido, desgraciadamente, por cinco millones de españoles (y el contador subiendo). Aquí, aun a riesgo de que me tilden de demagogo, los únicos que no sienten las estrecheces económicas son los miembros de la Casa Real. Sí, se han recortado (o, mejor dicho, les han cercenado) un pequeño porcentaje de la asignación anual, pero nunca mejor dicho ha sido el chocolate del loro (o los Friskies de los perritos).

Fíjense ustedes si tenemos a un monarca que está fuera de la realidad que, por ejemplo, no ha hecho ni una sola mención al estado de alarma que tenemos decretado en España por primera vez en toda la historia de la democracia. Ni cuando el golpe de Estado de 23 de febrero de 1981 ni cuando los atentados del 11 de marzo de 2004, el Gobierno de la época se atrevió a plantear esa situación tan excepcional. Ahora, por mor de la exacerbada desconsideración de los controladores, el Ejecutivo, con el respaldo del Congreso, ha ampliado este estado de alarma hasta enero. ¿Y qué opina el Rey? Nada, no dice ni media y creo que es, de largo, el acontecimiento más importante que ha tenido el país, al menos desde un triple punto de vista, económico, político y social.

Eso sí, ante la situación de crisis, de pérdida de valores y de estado de alarma, Don Juan Carlos I nos suministra sabiamente la aspirina del deporte, con foto de la Selección Española en Sudáfrica levantando la Copa Mundial. Sí, en eso hemos sido todos unos números 1, con el fútbol, el motociclismo, el ciclismo, la natación, etcétera, pero esto no resuelve la situación desesperada de millones de familias que esta noche no podrán cenar ni mañana llevarse siquiera medio mendrugo a la boca. En fin, tampoco vamos a sorprendernos porque Su Majestad ni pincha ni corta en estos discursos. La duda es saber si también Rubalcaba, el megapluriempleado de la Moncloa, también ha encontrado acomodo en La Zarzuela. No me extrañaría.

2 comentarios

Alonso Urquijo Silva -

Estimado Sr. Alonso Velarde.
Sigo y leo con frecuencia su blog. Respeto su línea editorial, como no podría ser de otra forma. Sin embargo me dirijoº a vd. con la máxima cordialidad y sin que parezca con ello que exista un menoscabo hacia su publicación.
En su blog se desacredita la figura del monarca. Lógicamente, el permanecer bajo un Estado de Derecho que permite y por supuesto avala la libre opinión da pie a ésta y, generalmente, a cualquier tipo de manifestación, dentro del conducto y marco constitucional.
Sin embargo insisto en el tono rozando lo peyorativo que vd. usa para referirse al Rey, vervigratia: "sosomán", entre otros ejemplos.
Naturalmente no voy a pedirle que modifique ningún aspecto del contenido de su blog, del que, como escribí anteriormente, respeto, pero le rogaría, en relación al Rey, un tratamiento más acorde con su figura, que no es otra que la de Jefe del Estado.
Aprovecho para enviarle un saludo afectuoso desde Córdoba.
Atentamente.
Alonso Urquijo
http://unionmonarquica.blogspot.com/

Máximo Medina -

El mensaje navideño del Jefe del Estado se ha convertido ya en algo tradicional.No importa mucho el contenido, sino que Su Majestad se asome a todos los hogares españoles por medio de la televisión. Poco más, porque las aseveraciones o ausencias del Monarca pueden ser tenidas muy en cuenta por los políticos, pero a los ciudadanos no les importa mucho, la verdad. No he oído nunca en los bares o comercios hablar sobre el discurso del Rey y ahora no va a ser distinto. Asimismo, poco se puede decir del año 2010, el peor de este milenio, porque las marejadas económicas nos tienen en pleno sobresalto uno día sí y otro también. La Monarquía, que yo sepa, poco puede hacer, para eso tenemos a los elegidos por el pueblo, y esos sólo piensan en cómo recortarnos aún más los pocos derechos que nos quedan. El Rey cumplió, aunque su mensaje puede que no deje satisfechos a sus súbditos.