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Desde mi escaño

Cuando un Pimiento sí que importa

Cuando un Pimiento sí que importa

Reza el dicho popular que cuando algo no nos preocupa demasiado o, siendo francos, no nos interesa lo más mínimo, acabamos diciendo que nos importa un pimiento, una forma, entre comillas, fina de mostrarnos despectivos ante nuestro interlocutor. Sin embargo, existe un Pimiento que para nada es desdeñable, más bien lo contrario.

Situado en el pequeño pueblo de Tirgo, justo al lado del exclusivo hotel de Solar de Febrer, el restaurante bodega Pimiento es uno de los establecimientos más valorados por los comensales, con unas carnes y unos embutidos que hacen las delicias de los más exigentes, todos ellos acompañados de unos caldos riojanos de excelente calidad (¿y cuál no lo es?) y de unos postres excepcionales.

Además, otro punto que hace atractivo a Pimiento es su trato amable, cercano, familiar. Mar, el alma, espíritu y corazón del local, no dejará indiferente a quienes tengan la ocasión de visitarlo. No estamos hablando de la clásica dueña que pretende quedar bien con sus clientes por una mera cuestión de protocolo. En el caso de Mar, con ella no va esa actitud protocolaria, entiendo por tal el puro formalismo, el mantenerse en la corrección, pero sin saltar determinadas líneas. Esta restauradora se desvive al 100% para que todo esté al gusto del comensal, quiere que todos salgan con la sensación de haber disfrutado de una comida casera, hecha en un horno de leña de los de siempre.

Hay quien pudiera pensar que Pimiento se nutre principalmente de la clientela que está alojada en ese coqueto y excepcional templo del descanso que es Solar de Febrer, pero nada más lejos de la realidad. Cierto es que quien se aloje en ese recinto no puede irse sin haber probado los exquisitos manjares del restaurante dirigido por Mar, pero son centenares de riojanos y de visitantes los que rinden culto a un centro culinario donde se disfruta hasta niveles supremos de los productos salidos de ese, repito, tradicional horno de leña.

Y quien pudiera pensar que esto sólo es una exquisitez al alcance de los riojanos y de provincias anexas, también errarían. Apenas tres horas separan Tirgo de la capital de España. Es un placer para los sentidos y, sobre todo, para la mente. Desconectará de la rutina diaria.

1 comentario

Máximo Medina -

Por lo que veo, completa usted la trilogía con carnes y embutidos, bañados con vinos riojanos. Percibo que acabará usted haciendo algún día una guía restauradora de toda España, empezando por La Rioja. Mire por donde nos ha salido usted un gourmet con los pies en el suelo. Desconectar y comer: hasta ahora no conocía una frase con esas dos palabras tan diferentes.