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Desde mi escaño

Solidaridad con Filipinas

Solidaridad con Filipinas

El centro de la información se halla en Filipinas. Ninguna de las noticias que a los ciudadanos nos pueden preocupar a diario son relevantes en este momento. La vida de de decenas de miles de personas ha sido truncada de raíz, pero lo peor es que estamos ante una cifra indeterminada de filipinos de cuyo paradero poco o nada sabemos y millones de ellos que han sido desplazados hasta zonas más seguras, aunque puede resultar un eufemismo hablar de áreas de protección cuando se han sufrido vientos por encima de los 300 e incluso hasta los 400 kilómetros por hora de velocidad. Una bestialidad que cuesta imaginar, pero quienes, por ejemplo, vivimos hace unos años la resaca de la tormenta tropical Delta en Canarias, con rachas por encima de 200 kilómetros a la hora, podemos hacernos una ligera idea de la devastación que se ha producido en este país asiático.

Desde luego, aunque todos ya piensan en la reconstrucción de todo lo destruido, que prácticamente es todo, especialmente en muchos núcleos rurales que han quedado completamente desaparecidos sobre la faz de la Tierra, lo importante, lo fundamental, lo que se espera por encima de todo, es que se atienda a esos millones de personas que lo han perdido absolutamente todo, que no tienen ni un simple cuscurro de pan que poder llevarse a la boca, así como proceder a la búsqueda de esas personas que aún se encuentran desaparecidas y que, salvo milagro, bastantes de ellas engrosarán esa cifra de fallecidos que habrá dejado a su paso este destructivo huracán con bonito nombre de mujer, Yolanda (¿por qué esa manía de bautizarlos todos estos fenómenos meteorológicos con nombres femeninos?

España, a estas horas, ya ha hecho efectiva la primera de no sé cuántas partidas de ayuda humanitaria a Filipinas. Todos los países del llamado Primer Mundo no han escatimado esfuerzos ni tiempo y se han puesto manos a la obra para organizar todo el operativo. No hay, en este caso, burocracia que valga, todo tiene que ir por la vía de urgencia porque los ciudadanos de este país no pueden perder ni un solo segundo de un valioso tiempo que corre en su contra. Ojalá todos fuésemos así de esforzados en otras materias, seguro que nos iría mucho mejor. Si sabemos ser solidarios con los demás, ¿por qué a veces nos empeñamos en negarnos a nosotros mismos el pan y la sal? Misterios de la psique humana.

2 comentarios

María -

Buena observación esa de que se pone nombre de mujer a estos fenómenos. Yo tampoco me lo explico. No somos tan malas...(jejeje)

Suscribiendo todo, todo, todo, tengo que añadir que no sé si este desastre es debido al cambio climático, sería discutible ( al menos, sus causas).
¿Porqué no pensar simplemente que la naturaleza es como es y no podemos, por mucho que nos empeñemos, controlarla ni entenderla?

Y, es que si fuera debido al cambio climático, cosa que varios científicos habían ya avisado que iba a suceder esta tormenta, tendría delito que no se haya evacuado a la población con anterioridad o haber tenido ya la ayuda preparada y haberla enviado antes.

Y más delito tiene que se derrochen miles, o millones, de euros en llevar la antorcha olímpica al espacio, además sin encender ¿ no es la llama eterna? , en lugar de destinar ese dinero a otras prioridades... en fin.

Lo peor de todo es que, ya hoy, había mendigos por la calle pidiendo una ayuda para estos damnificados.
La pillería no tiene límites.

@MMariaSp

E. Vinent -

Más de diez mil fallecidos.

Número indeterminado ya que en Filipinas se asegura que hay muchas personas sin censar, por lo que la cantidad pasará a ser incierta.

Demasiados desaparecidos y gente sin hogar para tan pocos minutos de televisión y radio.

Pero, claro, “Spain is diferent” y aquí preferimos un maratón de veinticuatro horas hablando del embarazo de la hija de una famosa tonadillera que a su vez estuvo casada con un torero ya fallecido que a su vez fue el primer marido de Carmina Ordoñez con la que tuvo dos niños monísimos.

Lamentable pero tan cierto como la cruda realidad que se vive más allá de nuestro mundo. Parece que la lejanía alivia el dolor y sufrimiento, o nos lo parece.