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Desde mi escaño

Los andaluces no están para mariconadas de salón

El candidato de Izquierda Unida a las elecciones en Andalucía, el señor Antonio Maíllo, tiene a bien confesar abiertamente su homosexualidad y ello le hace acreedor, por ejemplo, a una entrevista a doble página en El Mundo del sábado 14 de marzo de 2015 donde, entre otras atribuciones, se destaca la valentía de este político por reconocer algo que, a día de hoy, es más que normal. Siendo políticamente incorrecto, parece que si hoy en día no eres gay, casi que encima pasas por ser un bicho raro. Cosas de nuestra querida España.

Pero más allá de que el señor Maíllo asuma enteramente su homosexualidad y de que se sienta orgulloso de ser gay, aún nos tendría que explicar Izquierda Unida cuál ha sido su aportación en estos años al desarrollo andaluz. ¿Dije desarrollo? No, no, olvídenlo. Lo que el candidato de la formación comunista debe exponer ante el electorado que el próximo 22 de marzo de 2015 va a acercarse a las urnas es por qué ha apoyado durante los tres últimos años a un Gobierno que ha sido la incapacidad manifiesta, amén por supuesto de los casos de corrupción que han salpicado a la Junta de Andalucía con demasiada frecuencia, más de que cualquiera pudiese desear.

Maíllo no puede esconder en el armario (y no va con segundas) la pasividad (y esto tampoco) con la que Diego Valderas, el anterior candidato de IU ha actuado primero con José Antonio Griñán y después con Susana Díaz. Ha sido una completa desvergüenza lo que ha pasado y sigue pasando en Andalucía porque no sólo hablamos de trinques millonarios, sino que la región se ha convertido por méritos propios en una de las más empobrecidas de España donde ha habido niños que llegaban a las clases completamente hambrientos. ¿Qué medidas tiene para paliar estos problemas el colorista Maíllo?

Insisto, cada cual es muy libre de vivir su sexualidad como mejor le plazca, pero cuando lo que está en juego es el futuro de millones de andaluces, lo que no podemos es presentarnos a las elecciones esgrimiendo la bandera arco iris. Eso está muy bien para el día del orgullo gay, pero los andaluces, y dicho sea con todo el respeto, no están para mariconadas de salón.

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