Blogia
Desde mi escaño

Los proetarras de Bildu meten la cornada en San Fermín

La primera cornada en la frente, y eso que aún no se había celebrado siquiera el primer encierro de San Fermín. Los proetarras de EH Bildu, que ahora son quienes mandan en el Ayuntamiento de Pamplona, se han saltado la ley, la han pisoteado hasta la humillación y han colocado en el balcón consistorial el trapajo y el espantajo de la bandera de Euskadi. Sí, trapajo y espantajo porque esa enseña no pinta nada fuera de Euskadi y menos aún en una institución municipal como es el consistorio de la capital navarra. Pero desgraciadamente esto ya se veía venir porque su alcalde, Joseba Asirón, ya dijo que por huevos iba a colocar la ikurriña en el Ayuntamiento pamplonica.

Cierto es que los votantes de Pamplona también tienen su cuota de responsabilidad por haber votado a fuerzas de esta calaña. Claro, tú decides jugar con las papeletas y en vez de elegir a formaciones serias, le acabas dando los votos al vertedero de Geroa Bai, Podemos o EH Bildu y luego pasa lo que pasa, que entran en tu casa, echan abajo todo lo que tienes en ella y acaban montándote la kale borroka y una herriko taberna.

Lo peor de partidos como el que ahora mismo gobierna en Pamplona es que son como un cáncer. Destruyen la paz y la concordia a su paso, siembran el desconcierto, el desasosiego y la cizaña. No tienen una sola idea buena y su meta es acabar haciendo de Navarra la cuarta provincia del País Vasco.

Los navarros tienen en sus manos evitar que esto pase, pero lo preocupante es que desde hace años vienen viendo el caminar de la perrita y, sin embargo, han seguido haciendo experimentos con goma 2 y ahora los resultados son estos, que la broma y la chaladura en las urnas les ha explotado en la mismísima cara.

Miren ustedes a los riojanos, también pegaditos al País Vasco, y en modo alguno han permitido que la mierda y la porquería proetarra se les haya colado en las corporaciones. No me extraña que los navarros de bien se vayan pitando de su tierra de toda la vida y se instalen donde la democracia pueda ser ejercida sin miedo y sin coacciones. Porque cuando no es la amenaza del tiro en la nuca es el chantaje del pasquín. Y así no se puede vivir.

0 comentarios