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Desde mi escaño

Pedrito, un engreído de tomo y lomo

Pedro Rodríguez Ledesma, conocido popularmente en sus inicios como Pedrito en sus inicios como prometedor jugador del Fútbol Club Barcelona, ha hecho trizas su imagen de futbolista modélico, de alguien que no da una voz más alta que otra, tras sus declaraciones al compañero Ricardo Sierra de MoviStar #0 en las que vino a decir que él no estaba en la Selección Española para hacer grupo y que si veía que seguía sin jugar los minutos que él considera que merece pues que igual ya no le compensa volver a una convocatoria más. Y lo peor de todo es que encima se ha retractado de sus manifestaciones solamente a media, que viene a ser lo mismo que no retractarte de las mismas.

Lo que Pedro Rodríguez no entiende es que en una convocatoria para una Eurocopa o un Mundial son 23 los elegidos de toda una amalgama de jugadores de la Liga Española y de las ligas extranjeras donde juegan decenas de españoles. Él, que emigró al Chelsea, debería de sentirse un deportista privilegiado. Su temporada ha sido pareja a la del cuadro londinense, una verdadera mediocridad y aún así el seleccionador, Vicente del Bosque, ha tenido el valor de llevarlo en detrimento, por ejemplo, de gente que ha tenido más presencia como Isco, Saúl o Fernando Torres. Ya simplemente por eso, el muchacho de Abades (Tenerife) debería de estar agradecido.

Pero no, Pedro ha sacado su faceta más caprichosa y, de paso, se ha revelado como un mal compañero de profesión porque en esta Selección que está compitiendo en Francia hay otros jugadores que aún no han tenido ocasión de jugar como Bellerín, Casillas, San José o Sergio Rico y no se les ha escuchado alzar la voz, entre otras razones porque saben que es esencial el hacer grupo, sino que se lo digan a Pepe Reina, que no rascó bola en muchos torneos, pero luego era el gran alma de las fiestas de celebración de los títulos conseguidos por nuestra España.

Podemos entender la frustración de Pedro porque, miren ustedes, es muy humano sentirse decepcionado por no jugar lo que uno quiere igual que por ejemplo uno se sentiría abatido si en su puesto de trabajo ve que siempre se le relega para los cometidos de relevancia. Pero una cosa es interiorizar una situación y expresarla en la intimidad, o incluso, con prudencia, comentarla con el jefe, en este caso el técnico de la Selección, y otra aprovechar la presión mediática para meterle otro marrón a Del Bosque, al que por suerte le acompaña una mano izquierda magistral. Si estas declaraciones las haces con Clemente, ya habrías tenido que coger el primer avión para Londres o para Tenerife. Ponle el cuño.

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