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Desde mi escaño

La misteriosa desaparición de la joven Diana Quer

Ojalá y pronto tengamos noticias positivas sobre el paradero de la joven Diana Quer. Así lo espero y lo deseo. No me gustaría, al igual que a sus familiares, amigos y allegados, que esta jovial muchacha pase a engrosar la negra nómina de personas que desaparecen y, desgraciadamente, acaban siendo halladas muertas tras sufrir toda clase de penalidades a manos de auténticos desalmados, gentuza que no tiene escrúpulos en cercenar la vida de alguien que empieza a disfrutar de lo que es vivir.

España, lamentablemente, tiene una larga crónica negra de adolescentes y chicas que recién comenzaban a ser adultas que un día desaparecieron sin dejar rastro y sólo tras algunas semanas, meses o incluso algún año se supo de su paradero y siempre con el mismo funesto resultado, muertas a manos de sus captores.

Aún recordamos con verdadero terror lo sucedido con las tres jóvenes de Alcasser, Desi Miriam y Toñi a finales de 1992. Tres muchachas que se desplazaban a una discoteca y que fueron secuestradas, violadas y enterradas por unos siniestros tipejos, un tal Anglés, aún desaparecido y Miguel Ricart, un desalmado que aún juega a tapar al principal culpable de este triple crimen que tuvo varias semanas en vilo a las familias de las jóvenes hasta que se descubrió el macabro hallazgo.

Peor aún fue lo de Anabel Segura, una muchacha de La Moraleja, uno de las zonas residenciales más exclusivas de Madrid, que fue asesinada nada más ser secuestrada por unos chatarreros de un pueblo de Toledo. Desde 1993 y hasta casi finales de 1995 los miserables que cometieron el acto tuvieron a la familia de la chica viviendo de la falsa esperanza de que su hija estaba viva y que pronto tendrían noticias del pago a efectuar a los secuestradores. Nunca se produjo tal hecho porque los indeseables mataron a Anabel a las pocas horas de que fuese llevada por la fuerza a una furgoneta que transitaba por la zona.

Por lo pronto, en el caso de Diana Quer, están todas las hipótesis abiertas, la Guardia Civil no ha querido cerrar ninguna línea de investigación, pero tiene sospechas sobre la madre y más aún, por mucho que se quiera descontextualizar, desde que un juez le haya quitado la custodia de Valeria, su otra hija. Insisto, ojalá haya un desenlace afortunado y que, a lo sumo, se haya tratado de una ventolera de la joven, una aventura propia de alguien que aún no tiene la madurez mental necesaria. No quisiera pensar ni que haya sido asesinada o, peor aún, que tuviéramos, salvando distancias y edades, un nuevo caso Asunta.

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