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Desde mi escaño

Rubamaral

Rubamaral

El Partido Socialista ¿Obrero Español? ha llegado a tal extremo de confundir el culo con las témporas que se cree que en las instituciones puede actuar impunemente como si estuviese en su sede de Ferraz. A determinados dirigentes les da lo mismo ocho que ochenta. Piensan que son los dueños de todo, que pueden mangonear a su antojo, al libre albedrío y que las normas están para cambiarlas o, directamente, para no cumplirlas. Y, lejos del cachondeo, del espectáculo del hit parade o de las paridas compactas a las que estamos asistiendo en estos días, lo grave es que le estamos dando (o mejor dicho le están confiriendo) carácter de broma, de club de la comedia a la supuesta gracieta de Rubalcaba y su ‘Sin ti no soy nada’, que le espetó al diputado del PP Gil Lázaro a cuenta del chivatazo del Faisán.

 El Congreso, como el Senado, los parlamentos autonómicos, las diputaciones, cabildos y ayuntamientos no son unos recintos donde uno va echar la partidita, tomarse unos chatos con los amigos o empezar a tener conversaciones de chulo de taberna y a ver quién la tiene más grande. No. Cualquiera de estas instituciones merece el máximo de los respetos democráticos y cuando alguien realiza una pregunta, por muy machacona que sea, debe responder adecuadamente a lo cuestionado, no irse por los cerros de Úbeda o por los acordes de Amaral.

Pero claro, puestos a exigir responsabilidades, no toda la culpa puede recaer en el titular de la cartera de Interior, alias Rubamaral. El primero que consiente y jalea la broma es el presidente del Congreso, el ínclito y sinpar José Bono, el mayor liante que ha parido España, capaz de decir blanco, negro y amarillo en la misma conversación y además sin inmutarse un ápice. Si el máximo responsable de la Cámara Baja se ve completamente inútil para llamar a capítulo a Rubalcaba, es normal que nadie le tome en consideración, como le pasó esta misma semana con dos chiquilicuatres, uno vasco y el otro catalán que se pusieron a soltar su infumable perorata en su lengua autonómica.

Puestos, desde luego, a hacer comparaciones artísticas, a mí se me ocurre que el PSOE ha convertido el Congreso en (elijan ustedes): La casa de los líos, El camarote de los Hermanos Marx, Esta casa es una ruina o en Las normas de la Casa de la Sidra, este último por el nivel de coma etílico intelectual con el que llegan algunos ministros que evitan contestar a lo que se les pregunta, bien porque no saben de qué va el tema o bien, directamente, porque tienen tal colocón de poder que les trae al pairo las normas más básicas de la democracia.

1 comentario

Máximo Medina -

Antes que nada vaya por delante que el ministro y el presidente del Congreso son del mismo grupo, de ahí que haya cierta condescendencia con los tuyos, parece hasta lógico. Ahora bien, lo que no resulta razonable es que a las cientos de preguntas sobre el caso faisán, el titular de Interior no ha contestado a ninguna. De todas formas da igual porque según las últimas noticias todo puede quedar en aguas de borrajas si no prospera la acusación del juez de que se trata de colaboración con banda arma y se queda solo en revelación de secretos. Con lo cual puede que caigan un par de pardillos y poco más, porque las altas esferas quedarán resguardadas. Y es que ministro hasta para los chistes es malévolo. Por algo controlará las fuerzas de seguridad del Estado, en las que no incluyo al Ejército, por supuesto que ahí tiene a su colega catalana. En cambio, el Congreso se me asemeja al prado de Heidi y el abuelito, pero sin Heidi ni su abuelito.