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Desde mi escaño

Revolucionario Ordóñez

Revolucionario Ordóñez

Alberto Ordóñez Pérez es ese jovenzuelo que, megáfono en mano, ha gritado eso de lucha a sangre y fuego en las manifestaciones de Valencia. Pues bien, este caballerete (por denominarle de alguna manera) es una especie de revolucionario frustrado, un ciudadano que, posiblemente, sería sumamente feliz en Cuba o Venezuela a tenor de lo que se ha encontrado en su perfil de Facebook, que ya ha cerrado porque, entre otras razones, ha llegado a hacer apología del terrorismo.

Ordóñez Pérez tenía entre sus predilecciones a los sátrapas de Hugo Chávez y Fidel Castro, así como al grupo político Amaiur, esa entidad que aún no han condenado los atentados de la banda terrorista ETA. Evidentemente, con esas aficiones tan poco saludables, es normal que al final este individuo acabe tomando el testigo de quienes llevan oprimiendo a su pueblo durante muchas décadas o que intente usar la kale borroka en las manifestaciones de Valencia.

Él tenía colocada una frase que los derechos sociales sólo se conquistaban con violencia, una clara declaración de intenciones de una persona a la que el diálogo se la trae directamente al pairo. En pleno siglo XXI hay quienes aún se empeñan en permanecer anclados en el medievo, donde todas las diferencias se solventaban a golpe de cachiporrazo, a lanzazos o a espadazos, pero hemos evolucionado y creo que a día de hoy no se entiende este uso de la violencia gratuita.

Poco o nada podemos esperar de personas de esta categoría que, lejos de mostrarse conciliadores, intentan seguir echando gasolina al fuego, como la advertencia a Esperanza Aguirre y a otros políticos de que todos los días deberían de mirar debajo del coche por si acaso. Obviamente, no es necesario ser un lumbreras para imaginar cuál es la bestialidad que estaba insinuando el señor Ordóñez Pérez. Normal, desde luego, que haya cerrado su perfil en esa red social, pero igual es posible que a estas horas ya se esté ultimando la correspondiente denuncia contra él.

En fin, malos tiempos nos esperan si siguen surgiendo como setas individuos de esta calaña, con menos inclinación al diálogo que Ghengis Kahn o más duros de entendederas que tratar de mantener una conversación en sanscrito con la Mula Francis. Esperemos que la situación de Valencia se reconduzca, por el bien de todos, pero es evidente que si la Policía tuvo que propasarse, motivos no le faltaron y más aún cuando se desmontan trucos como el del ciego que no lo era tal.

2 comentarios

Algú -

También deberían denunciar a los políticos que manipulan y a los que utilizan la mentira del "blaverisme" para promocionarse. También es un atentado contra la lengua y contra los derechos de la gente por no poder conocer la verdad. Pero eso no se denuncia ni interesa, ¿a que no?

Máximo Medina -

Lo políticamente correcto indica que cuando los recortes inciden en los derechos de los trabajadores es necesario dialogar, pero partiendo de la premisa esencial que esos derechos van a ser rebajados o como se dice en la actualidad, reformados. No he visto una sola reforma laboral en la cual el trabajador salga ganando. En todas ha perdido y lo que te rondaré morena, porque no estamos inmersos en buenos momentos para el trabajo. Con esa justificación surgen individuos como el tal Ordóñez, que en defensa de los derechos de la colectividad decide el centro de la confrontación, donde, curiosamente, pinta muy poco. La violencia está muy mal vista, aunque la presión que ejercen los gobiernos raya toda agresividad, porque además es obligado. Que te quiero aumentar el IRPF, pues lo hago; que te rebajo la indemnización por despido, pues se hace, que te amplío la flexibilidad dentro de la empresa, pues nada para eso está el decreto ley. Y, claro, ante todo esto, los trabajadores sólo pueden negociar, y justo ahí entran en escena estos 'héroes' sociales. Vamos bien, pero contradiciendo a Aznar, España no va bien. Y encima el 'escondido' Rajoy nos espeta que "es al reforma que se merece España". Y puede que tenga razón, pero no es la que se merece él, ni tampoco el Partido Popular. Crear empleo, cuando en realidad se va a destruir aún más. Eso sí que es una paradoja, una dramática paradoja para la clase trabajadora de un país que aún se llama España.