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Desde mi escaño

¿Dimitirá Dívar?

¿Dimitirá Dívar?

Sería deseable que hoy el señor Carlos Dívar, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, presente su dimisión basándonos en ese principio universal de que la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino además parecerlo. No es de recibo que, después de todo el ruido mediático con respecto a los viajes del caballero a Marbella y a otros lugares, con las sospechas de que esos desplazamientos y estancias pudieron ser pagadas a golpe de talonario público, este señor aún permanezca en su puesto y se atrinchere en él como si no tuviese otra meta en su vida.

Luego dicen que la Justicia en España tiene un descrédito de marca mayor entre los ciudadanos. Pero, ¿qué esperamos? Si quien tiene la obligación de dar ejemplo de buena gestión y de honradez, está rodeado de un halo de dudas y de incertidumbres. No podemos aceptar que los servidores públicos tengan la más mínima mácula. Hay que dar un puñetazo sobre la mesa y reclamar la expulsión de estos elementos. Pero no sólo su salida, que al fin y al cabo es el detalle, la anécdota, sino que también sean juzgados y, en el caso de que se demuestre que han trincado o malversado…que devuelvan la pasta.

Necesitamos creer en el sistema, en una regeneración tranquila (no en esa regeneración visceral y alocada que proponen cuatro advenedizos) de nuestras instituciones, que se establezca de una vez por todas un código ético por el cual quien no respete las reglas del juego establecido pueda ser echado automáticamente. Y no sólo es una cuestión de malversar fondos públicos, sino también de mentir. Ahora mismo, sin ir más lejos, tenemos en Moncloa a un presidente, Mariano Rajoy, que faltó a la verdad en la columna vertebral de su programa electoral (Más empleo, menos impuestos).  Con un código ético en la mano, en España tendríamos ya que estar pensando en unas nuevas elecciones.

Por eso espero que hoy Carlos Dívar tenga un gesto de honradez y decida dar un paso al costado. Sería una manera de que empecemos a creer, al menos por un rato, en el sistema. De seguir empecinado en no moverse de la silla, habrá que pensar seriamente en que aquí nos gusta vivir en un sistema judicial decimonónico.

2 comentarios

Máximo Medina -

Las sospechas conllevan una aclaración y si esta no apartece convenientemente, pues sólo existe la salida de la dimisión. La máxima institución judicial española no sólo debe ser honrada sino parecerlo y no parece que Dívar haya contentado a nadie con sus argumentos y vaga explicación. Lo duro para una instancia como el Poder Judicial es que no se haya resuelto todo este asunto en su propio seno, sino que haya saltado a la luz pública a través de los medios de comunicación.

Maria Hernandez -

Pero qué barbaDivàr! "yastá" bien!