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Desde mi escaño

Amenazas en Twitter: ni gratuidad ni impunidad

Amenazas en Twitter: ni gratuidad ni impunidad

Hay que estar verdaderamente mal de la cabeza para lanzarse en las redes sociales, en este caso Twitter, y amenazar con darle un tiro en la nuca a Mariano Rajoy y a Luis de Guindos. El problema es que mañana o quizá dentro de unos minutos habrá otro zumbado que la tome con Rubalcaba, con la periodista Ana Pastor, con Cristiano Ronaldo o con Sandro Rosell. Y todo porque, desgraciadamente, se ha creado un caldo de cultivo, una falsa sensación de que insultar, acosar o amenazar por Internet sale gratis y no deja prácticamente rastro (aunque hay quien da todas las pistas necesarias para que le pillen como ha sido el caso de esta tuitera).

Sin embargo, a Dios gracias, la legislación en este sentido empieza a coger el peso necesario para que los internautas que no se comporten de acuerdo a los códigos con los que nos tenemos que comportar en la vida real sean penados adecuadamente y si tienen que ir a la cárcel, pues que vayan. Esta muchachita no ha tenido que ir a prisión al carecer de antecedentes penales, pero ya está avisada de lo que le puede pasar la próxima vez que los dedos se le hagan huéspedes.

El problema con todo esto es que hemos llegado a un punto en el que nos hemos creído que desprestigiar a alguien con palabras gruesas, olvidando toda educación, entrando en el muro o en el timeline de un perfil para ponerle a caldo pota es algo tan normal como beberse un vaso de agua o estornudar. Ha habido (y aún la hay) demasiada impunidad al respecto, gente incapaz de comportarse como ciudadanos ejemplares y que igual que disparan insultos y amenazas de muerte on line son capaces de tener preparado un pedernal en la vida real para zanjar cualquier discusión.

Ojalá que los dueños de las grandes redes sociales se den cuenta de que no todas las conductas son plausibles y que se ayude a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a erradicar a esta pandilla de inadaptados, gente con poca cabeza, que prefiere la irracionalidad de la bravata a argumentar un discurso sólido contra unas políticas que entendemos que son nefastas. Pero nunca, jamás de los jamases, por muy en contra que estemos de un determinado dirigente, podemos usar como arma dialéctica una amenaza…y mucho menos de muerte.

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