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Desde mi escaño

Carmen López Santana (Ciudadanos), ¡qué bella eres, pero morro tienes!

Tiene más morro que belleza, y mira que la chavala es mona, maciza y está que cruje. Pero ha salido una jeta de altos vuelos y encima se pone farruca por las redes sociales. Hablo de esta concejal de Ciudadanos del pueblo sevillano de Castilleja de la Cuesta, Carmen López Santana, una miss reconvertida en política, pero que se ha creído que esta profesión es como su hobby anterior, un mero desfile y viajar a Roma, París, Nueva York o…Chicago y que encima le paguen los desplazamientos. ¡Menudo papo, amiga!

La señora (o señorita) salió elegida como concejal el pasado 24 de mayo de 2015 en las elecciones municipales por el partido de Albert Rivera. Uno, entiendo yo, cuando se presenta a un cargo y sale electo tendrá que cumplir su contrato con los ciudadanos, en concreto con los casi 600 que la colocaron como edil de Ciudadanos en ese municipio. Ella ya sabía también que el cargo no estaba remunerado y, aún así, se presentó.

Pero, ¡ay amigo! resulta que Carmen López Santana se dio cuenta de que tenía que seguir con su labor profesional e iba a tener que estar más tiempo en Chicago que en ocuparse de sus vecinos. ¿La solución que se le ocurrió a la guapa desahogada? Pedir al Ayuntamiento que le pagasen los viajes desde Estados Unidos para poder asistir a los plenos. Y encima se queda tan ancha (figuradamente, claro, porque la niña está hecha un figurín Danone).

Evidentemente, la noticia salta porque el Consistorio de Castilleja de la Cuesta le dice que nones, Ciudadanos se entera por la prensa, la expedientan y la suspenden de militancia y los medios la empiezan a poner de chupa de domine. Pues lejos de callarse (¡qué gran verdad esa de que calladita estás más guapa!), la concejal saca a pasear su morro por Twitter, a apalear a la prensa porque dice que miente y, de paso, a decir que ella tiene que comer y, por tanto, que no puede vivir del aire.Pues perfecto, Carmencita, si tienes todo el derecho del mundo a largarte a Chicago a trabajar, pero entonces renuncia al acta de concejal. Lo que no puedes hacer es estar al plato y a las tajadas o ser como el perro del hortelano, ni eres concejal en la práctica, pero tampoco se lo dejas ser a otro. La perfidia acabará matando tu atractivo, chata.

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