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Desde mi escaño

Actores de medio pelo

Era de cajón. Desde el mismo momento en que Israel decidió responder a los ataques de los terroristas de Hamás, la progresía de este nuestro país ha desempolvado las viejas consignas del no a la guerra y demás zarandajas para ponerse del lado, una vez más, de quienes consideran que son los desfavorecidos, los maltratados por la primeras potencias mundiales. Obviamente, dentro de este grupito, no podían faltar los actores españoles (no todos, pero sí la gran mayoría), artistas de medio pelo, incapaces de llevar a los espectadores a ver sus bodrios de películas, pero que tampoco sufren por ello porque ZParo les subvenciona generosamente por los favores prestados.

Si uno lo analiza detenidamente, es que es para matarse de la risa. Guerras y conflictos armados, amén de regímenes totalitarios, los hay a patadas por varios puntos del planeta, pero estos actorcillos del tres al cuarto tienen una especial capacidad para discernir si se trata de una agresión cometida por países de corte derechista o por naciones de clara tendencia comunista. Es curioso como ahuecan el ala cuando se les cuestiona por las posturas dictatoriales de elementos como Fidel y Raúl Castro en Cuba, Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia o los constantes pisoteos a los derechos humanos que se producen en China. Sin embargo, sus palabras son auténticas balas de matar cuando se trata de censurar y condenar las acciones de Israel, Estados Unidos o la colaboración de España en el conflicto de Irak (sobre todo si es el PP quien está gobernando). Y es que ahí está el quid de la cuestión. Nadie recuerda que en tiempos de Felipe González y su ministro pianista de Defensa, Narcís Serra, la progresía interpretativa de este país saliera a la calle con la pancarta de marras. No, entonces convenía mirar mejor a otro lado.

De todas maneras, no es de extrañar que la mayoría de actores españoles no conecten con los gustos de los espectadores, especialmente porque están fuera de la realidad o viviendo la suya propia, una imaginaria donde no cabe la crítica ni la condena a los atentados de la banda terrorista ETA ni a las matanzas de Hamás. Las cifras del cine español cantan por sí solas e incluso la cadena pública tuvo que tirar de producciones norteamericanas durante las pasadas navidades para no darte un batacazo en las audiencias (y eso que TVE presume de estar con el cine español. De boquilla será, digo yo).

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