Un buen gesto del Gobierno, aunque con matices
El Gobierno de Canarias mantuvo la pasada semana una reunión con la asociación de supermercados, Asuicán, para ver la posibilidad de que estos establecimientos puedan facilitar a las personas menos pudientes aquellos alimentos cuya fecha de consumo preferente ya haya vencido o que esté a punto de hacerlo y no exista posibilidad de poderlo sacar a la venta. La medida es, sin duda alguna, un acierto pleno en el caso de que se pueda llevar a cabo y, al mismo tiempo, evitaría que se repitan las escenas que ya se ven a diario en las grandes ciudades españolas, con un grupo importante de personas (y no todas ellas precisamente mendigos) que está a la espera de que los empleados de tal o cual supermercado saquen a la basura esos productos que ya no pueden permanecer en los lineales. Ya son muchos los reportajes que se han emitido en las diferentes cadenas de televisión en los que se puede ver como ciudadanos hechos y derechos, con una vestimenta que no delataría su mal estatus económico, se tiran como posesos a por esos yogures o bandejas de carne. Está claro que lo que hace años sucedía, por ejemplo, en países como Estados Unidos, con pobres a las puertas de los grandes hipermercados a la caza de basura comestible, hoy ya pasa aquí.
Esperemos que la idea pueda salir adelante, pero también es cierto que tampoco hay que lisonjear en exceso al Ejecutivo autonómico, sobre todo porque, como se manifestaba en una editorial del periódico El Día, mientras el Parlamento aprobaba una partida de casi medio millón de euros para gasto de los diputados y personal de confianza en telefonía móvil, a las personas con menos recursos se les ofrece comida que, no nos pongamos dignos, no la consumiríamos nosotros en condiciones normales. Es decir, hoy en día nos hemos convertido en unos señoritos, quien suscribe el primero, y seguramente no se manda un yoghourt con un día pasado de fecha. Obviamente, cuando no hay recursos y el hambre aprieta, todos nos lanzaríamos con perros hambrientos a por el primer pedazo de alimento, pero sí que es cierto que a veces nuestros padres de la patria dilapidan alegremente el dinero y luego quieren ahorrar en el llamado chocolate del loro.
Pero bueno, ya que el Gobierno ha tenido una buena idea, lo importante ahora es que sepa gestionarla de manera adecuada, que al final no vaya a aparecer alguien que quiera hacer el negocio del siglo, porque siempre hay quien de la necesidad y del apuro del prójimo pretende mercadear, y no se trata de eso. Hay que buscar una entidad que, sin ningún tipo de ánimo de lucro, sea capaz de gestionar este ’banco de alimentos’ para que llegue a las personas que realmente lo necesitan. Al igual que en su momento ha pasado con los medicamentos que se mandaban al llamado Tercer Mundo, ahora hay que establecer un sistema, un protocolo por el cual esa comida no se demore en el camino, sobre todo porque estamos hablando de alimentos que, en algunos casos, precisan de nevera o de congelador y no pueden estar horas o días dentro de un contenedor. Si al final se estropeasen, de nada serviría este gesto de buena voluntad por parte de los supermercados. Por eso esperemos que se hagan las cosas medianamente bien y que no suceda como en otros lugares de la Península, con entidades que, supuestamente se comprometían a hacer llegar esa comida a los más necesitados y, poco tiempo después, quedó patente que esos alimentos se acababan pudriendo en almacenes porque no se había diseñado una logística capaz de poder gestionar esos bienes.
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MERI -
Máximo Medina -