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El presidente del desgobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, vuelve a demostrar, una vez más, que su mandato sólo se basa en la imagen, en llenar su álbum de fotos con quien sea y como sea. El pasado fin de semana ya demostró su afán de protagonismo cuando, deprisa y corriendo, se marchó hasta Viña del Mar para hacerse el encontradizo con el vicepresidente de los Estados Unidos, el señor Joseph Biden, y retratarse delante de las cámaras. Quería explicarle lo de la metedura de pata de su ministra de Defensa con respecto a la salida de las tropas de Kosovo, pero en realidad lo que pretendía era salir en el Boletín Oficial del Estado, que es Televisión Española, y darnos a entender que España está en la Champions League de las relaciones internacionales. Sí, y dos piedras.
Es igual, como mucho caso no es que le hicieran en el país andino, Zpinocho, antes de la cumbre del G-20, grabó un vídeo en su despacho monclovita para, con lugares comunes y frases de catálogo de IKEA, soltar la mamarrachada de que este encuentro con el Dios Obama y demás líderes mundiales servirá para poner un punto de inflexión a esta crisis y empezar a remontar el vuelo. En España, amiguete, ya lo hemos demostrado, más de 123.000 desempleados en marzo y más de 3,6 millones en el cómputo global. Vamos de cráneo. Claro, que, posiblemente, tuvo que utilizar las nuevas tecnologías y plantarnos ese vídeo porque, a buen seguro, que el papel de ZP en esa cumbre londinense no habrá pasado de mero convidado de piedra, máxime tras el episodio de Kosovo.
Lo que queda claro, a día de hoy, es que España no puede seguir gobernándose a golpe de efectismo, de imágenes, de presencias como sean en los grandes foros internacionales, donde nos invitan a comer las sobras después de haber estado como mendigos a la puerta del convite. A lo sumo, como ha pasado con las dos últimas reuniones del G-20, nos han puesto en la mesa de invitados de segunda, pero sin derecho a prácticamente nada. Sólo de meros espectadores porque, no podía ser tampoco de otra manera, no cortamos nada en política exterior y mucho menos en economía mundial.
Nuestro país se merece una mejor consideración a nivel internacional, pero ahora mismo no podemos luchar por ella. Han sido muchos los despropósitos cometidos desde el 14 de marzo de 2004, muchas las puertas que nos hemos cerrado y tanto es así que en la Casa Blanca han pensado que es mejor ponerle a ZP la línea telefónica encriptada y así evitar tener que visitar la Moncloa.
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Máximo Medina -