El Barcelona rompe el espejismo madridista
El Fútbol Club Barcelona rompió el pasado sábado el espejismo de quienes aún pensaban que había Liga, que el Real Madrid podría ponerse a un solo punto de los azulgrana y que las últimas cuatro jornadas de campeonato serían de órdago a la grande. Pero nada de esto sucedió. La justicia en el deporte rey europeo (si es que se puede hablar de justicia en algo tan imprevisible como el balompié) imperó por una vez y el casi excelente juego desplegado por los pupilos de Pep Guardiola a lo largo y ancho de la temporada tuvo su más que merecida recompensa en una victoria que tiene sabor triple, primero porque supone acercarse un poco más a la consecución del título, segundo porque el triunfo en el Santiago Bernabéu siempre es una satisfacción para los culés de pro, pero con un disfrute mayor si, encima, es anotando ni más ni menos que seis goles, y tercero porque ese resultado deja bien a las claras que el Chelsea, que se las prometía muy felices con el 0-0 del Nou Camp ya debe estar temblando ante lo que se le viene encima.
Está claro que a todos nos interesaba que hubiera esta emoción, aunque en el fondo sabíamos que era ficticia. El conjunto que cogió Juande Ramos a mediados de diciembre sólo había perdido un encuentro en la competición liguera, precisamente frente al Barcelona (2-0), pero a partir de ahí, con un entramado defensivo cuasi inexpugnable empezó a escalar posiciones y a poner tierra de por medio con el resto de equipos. La segunda plaza, tal y como estaban las cosas, no se veía con malos ojos. Pero llegó febrero y los tropezones del Barcelona, ocho puntos dilapidados en tres jornadas hicieron concebir esperanzas a los blancos. Es entonces cuando salió a relucir el factor Boluda, esa especie de presidente con contrato temporal que acarició no sólo la posibilidad de hacerse con la Liga, sino también con la Champions League. Acuérdense del famoso chorreo que según el naviero le iban a dar al Liverpool y que al final se viró como un boomerang contra él y contra la propia institución.
Aún así, sin Copa del Rey (la tiró el Madrid en noviembre) y sin Europa, el Real Madrid aún mantenía una persecución desaforada para alcanzar al Barcelona, aunque como algunos columnistas de prestigio mantenían, ver el juego de los de Chamartín era como desayunar churros y viendo el de los azulgranas era como tomarse un desayuno en la más selecta de las pastelerías. Y casi triunfa la dieta de la fritanga, pero era demasiado colesterol y, esto ya se sabe, el organismo tiene un límite y acabó reventando en el momento más delicado. La tremenda descomposición que agarró el sábado el Real Madrid puede tener efectos secundarios para otros equipos implicados en la lucha por meterse en las competiciones europeas o mantener la categoría. Nadie duda de la profesionalidad de los de Ramos, sobre todo porque aún pueden aferrarse mínimamente al clavo ardiendo de las matemáticas, ya que al Barça le quedan cinco puntos por lograr para ser campeón, pero tampoco se esconde que la exhibición de este último enfrentamiento en la capital de España dejó un KO moral para unos y un subidón de adrenalina para los otros.
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Lewis Rogers -