Blogia
Desde mi escaño

Conocimientos devaluados

Conocimientos devaluados

Hace unos días tuve la oportunidad de leer en una revista humorística una reflexión que, dentro de la broma, me parece que hay que elevarla de la calidad de anécdota a la auténtica categoría. Se refería el comentario a lo escasamente valorada que está la Cultura (así, en mayúsculas) en los espacios televisivos. Precisaba quien así opinaba que hoy en día no hay más que enchufar la llamada caja tonta y observar como la gente se puede llevar un pastón por saber simplemente el nombre de la ex mujer de un conocido torero, pero en cambio apenas se lleva 300 euros si es capaz de conocerse al dedillo todas las capitales de los continentes africanos y asiáticos. Parece una exageración, ¿verdad? pero es la triste realidad que se impone en el tubo catódico de esta nuestra nación. No se valoran los conocimientos enciclopédicos, sino tener presentes los líos y los romances de la alta y baja estrofa de nuestra sociedad, futbolistas incluidos.

Todos los de nuestra generación, a partir de los 70, hemos presenciado embobados programas como el presentado por el veteranísimo Constantino Romero, El tiempo es oro, en el que los participantes debían hacer gala no sólo del tema que llevasen preparado, sino de muchas otras preguntas a las que se les sometía sobre los más diversos aspectos de la ciencia, la literatura, la historia, etcétera, así hasta llegar a la prueba final donde, en función de unas pequeñas pistas, debían averiguar, enciclopedias en mano, eso sí, una fecha, un nombre o un hecho histórico. Realmente resultaba una delicia observar a esas personas como en poco tiempo conseguían desentrañar la incógnita que se les había planteado. ¿O qué decir de un espacio como Cifras y Letras, donde los concursantes afinaban como nadie para dar la cifra exacta que se les pedía con los números proporcionados o capaces de componer la palabra más grande con las nueve letras que el azar les había deparado?

Esos son los que se merecían grandes reconocimientos económicos y no esas personas que sólo se gastan un euro y 20 céntimos para dar el nombre de la pedorra o el cornudo de turno y llevarse a cambio un super ordenador portátil, un coche o 6.000 euros. Para nuestra desgracia, además, hay que denunciar que la televisión que más está apostando por esta forma chabacana de ganar dinero es la pública, Televisión Española, que en uno de sus programas del corazón está preguntando, precisamente, por el nombre de la ex mujer de un torero muy conocido. Sí, ya sé que otras cadenas hacen lo mismo y, si pueden, corregido y aumentado, pero miren ustedes, las empresas privadas se juegan sus dineros, pero la televisión estatal, esa que quiere quitarse la publicidad (que no la propaganda), no puede caer en esas prácticas. Precisamente la lucha siempre ha sido por ofrecer un servicio público de calidad. Pues ya están tardando en quitar a ciertos espacios esos concursos indecentes donde, no nos engañemos, más de uno se está haciendo de oro, no sólo el concursante ganador del cuantioso premio por una respuesta tan sencilla como responder ¿de qué color era el caballo blanco de Santiago?

1 comentario

Máximo Medina -

El conocimiento está infravalorado, mientrs que la anecdota está muy de moda. Aparecen por esos programas de la distintas cadenas una fauna que ha copado los pasillos hace unos años atestados por gente que ahora está prejubilada. Las tertulias de todo tipo, en especial del 'corazón', se nutren de gente que dice saber mucho de algo y la mayoría de las veces vive en el rumor. La especulación de lo que pudo ser es uno de los deportes preferidos de este país y hay gente que vive, y muy bien, de eso que llaman entretenimiento. Sin embargo, la gente culta apenas visita la pequeña pantalla. Y si alguna vez aparece es más para informarnos e ilustrarnos acerca de un tema concreto que de realmente montar el show. Estos últimos son gente de paso, los otros sobreviven a cualquier terremoto, sobre todo por lo que saben y ocultan.