Cristiano despropósito
Cristiano Ronaldo, esa especie de semidios que nos va a resolver los problemas cotidianos, ya saben el paro, las listas de espera, el fracaso escolar, etcétera, ya ha sido presentado como nuevo jugador del Real Madrid. Sí, cerca de 100 millones ha tenido que desembolsar el presidente merengue, Florentino Pérez, para hacerse con una de las joyas de la corona del fútbol mundial. Las cerca de 100.000 personas que se dieron cita en el Santiago Bernabéu, más las que se quedaron con las ganas de entrar en el estadio, dan fe de la trascendencia de este fichaje, muy por encima de la expectación que tuvieron en su momento Figo, Zidane, Ronaldo (el gordito), Beckham o incluso el propio Kaká. Sí, nadie le podrá negar al ingeniero del proyecto blanco que este año se ha desbordado la ilusión y que estas cosas dejan en el olvido, aunque sea por un instante, las dificultades que muchas personas están pasando en su día a día, pero tampoco se puede obviar que parece un pecado poco venial, precisamente, hablar de millones y millones de euros cuando el común de los mortales mira las cosas al céntimo para poder llegar a fin de mes.
Por supuesto, ni pienso ser como el 'importantísimo' Joan Herrera o la vicesegunda, la económica Salgado, para hablar de una regulación y de una limitación en el precio que se paga por un futbolista. En ese aspecto pienso que allá los directivos, intermediarios y los propios deportistas con lo que hacen. Al final, el mercado tendrá que autorregularse en ese aspecto y empezar a moverse en unos parámetros más normales. Sí, estaremos hablando de magos del balón, pero que yo sepa, hasta la fecha, ninguno ha descubierto ni la vacuna para curar el SIDA o tener el remedio para combatir eficazmente el cáncer. Igual, quién sabe, en sus pies está el remedio para evitar que haya más depresiones ante un panorama económico tan negro, que esos 90 minutos semanales sirven de terapia a los ciudadanos, tal vez mejor que el mejor psicólogo, pero hasta que tal aserto no quede demostrado, insisto en que los jugadores están sobrevalorados, aunque está claro que la culpa no sólo es suya. En este negocio, todas las partes trincan su ganancia.
De todas maneras, lo que resulta soprendente es que enseguida haya salido a la palestra esa corte de aduladores que destacan con gran riqueza tipográfica las declaraciones de Cristiano Ronaldo en el sentido de que afirma que va a demostrar con hechos que él vale esos 94 millones de euros que el club ha pagado por él. Hombre, digo yo, es que eso se da por sentado, ni hay necesidad de expresarlo a los cuatro vientos. Claro, que me surge una duda, ¿la profesionalidad de un futbolista está tasada por tramos económicos? Es decir, Kaká, por el que se ha pagado 30 millones menos, 65, ¿rendirá 30 millones de veces menos que el luso? O Benzemá, por el que se ha pagado menos de la mitad que lo desembolsado por Ronaldo, ¿tendrá un esfuerzo de casi 50 millones de veces menor? Vamos, quiero entender que la honradez deportiva de los futbolistas está muy por encima de lo que se les pague, pero tenemos muchos ejemplos de mercenarismo deportivo, sobre todo cuando se trata de mejorar los emolumentos. Miren lo que está pasando con Ribery en el Bayern de Munich. El jugador, pretendido por el Real Madrid y con una oferta más jugosa, se declara en rebeldía y alega tener unas 'dolorosas' ampollas para no tener que entrenar y forzar una salida del club bávaro. ¿Interesa ese tipo de profesionales a los merengues o a cualquier equipo? La respuesta sería no en un ámbito empresarial normal, pero el tinglado en el fútbol discurre por otros derroteros, tan extraños que incluso hasta con un equipo de megaestrellas el Madrid pudiera no ganar ningún título la próxima temporada. Y es que, como señaló en su día un clásico, Boskov, fútbol es fútbol, o, lo que es lo mismo, nada es previsible.
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Máximo Medina -
Lewis Rogers -