Porquería 'enjaulada'
Nuevas teorías vienen a arrojar luz en la oscuridad en la que se ha sumido definitivamente el episodio vivido hace un par de semanas sobre la espuma de un color entre rancio y marrón que apareció en una parte de la playa de Las Teresitas y que obligó a su cierre total y posteriormente parcial hasta dar con la tecla o con la explicación de la procedencia de esa sustancia viscosa que produjo urticarias instantáneas a los incautos e inocentes bañistas que pretendían disfrutar de una agradable jornada de sol y agua. Después de arrojarse la pelota unos a otros y que nadie, por lo visto, tenía la responsabilidad o la culpa de que aquello apareciese en la orilla, es decir que no era ni un emisario submarino, ni vertidos de los barcos, ni una tubería que hubiese echado aguas fecales desde San Andrés o desde El Suculum, ahora parece que la respuesta está en las jaulas marinas que están alrededor de la zona de costa.
Según los más versados expertos en la materia, el problema viene porque a los peces que existen en esos receptáculos se les está alimentando con un pienso que no es precisamente el más recomendable ni el más saludable. Dicen que, incluso, se les puede estar retroalimentando con restos de peces muertos de su misma especie y lo que se está consiguiendo, nunca mejor dicho, es crear un caldo de cultivo nada sabroso, precisamente, y esos restos que se han ido acumulando a lo largo de los últimos meses al final habrían acabado por salir de esa superficie hasta poder descomponerse libremente en la orilla de Las Teresitas, razón por la cual el agua dejaba un reflujo de espuma bastante asquerosa. También, apuntan otros ilustrados en la materia, puede deberse a que el alimento que se da a esos peces enjaulados sólo es un tipo de comida apta para ellos, pero no para las especies de fuera. Algún que otro pescador asegura haberse encontrado bastante peces muertos, más de lo normal, y eso podría suponer otro motivo más de que, tras descomponerse, la corriente fuese llevando hacia la zona de costa esos restos putrefactos.
Sea como fuere, lo verdaderamente cierto es que el negocio de esas jaulas marinas está regentado por importantes personas del mundo de la política y de la economía de la isla de Tenerife y, por tanto, parece que no interesa en exceso que salga a los medios de comunicación que la contaminación que ha sufrido Las Teresitas provenga de ese lado. Muchas han sido las reticencias de los colectivos ecologistas y también de los pescadores sobre la implantación de esas jaulas marinas, por eso, de demostrarse que la porquería ha sido producto de esa actividad, más de uno tendría que empezar a ahuecar el ala. De todas maneras, si quieren mi humilde opinión, al final todo este episodio pasará al rincón del olvido, como todas las cosas que han sucedido a lo largo de los últimos años en esa playa, un espacio que alguien, no sé con qué ocultos y abultados intereses, ha pretendido (y aún lo intenta) cargárselo y privar a cientos de miles de visitantes sin un lugar privilegiado en el que poder darse un chapuzón.
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Máximo Medina -