La casa de los líos
Hace unos años, el genial actor asturiano Arturo Fernández nos deleitó varias temporadas en Antena 3 Televisión con La casa de los líos, una serie en la que, obviamente, todo acababa convirtiéndose en el enredo más hilarante. Sin embargo, lo que está sucediendo en las últimas semanas en el Partido Popular a nivel nacional, tiene mucho de casa de los líos, pero, desgraciadamente, muy poco de humorístico. La situación general en España está como está y la principal formación de la oposición se dedica a guerritas intestinas, a hacerse la zancadilla los unos a los otros y a estar aireando a los cuatro vientos las desavenencias existentes. Eso sí, de ocurrir esto en Ferraz, es decir, en el PSOE, entonces se hablaría de debate de ideas muy enriquecedor. Pero la verdad es que cuando en el seno de un partido se producen estas disensiones, ni intercambio de pareceres constructivo, ni nada. Esto es, verdaderamente, una auténtica vergüenza y sólo produce un rechazo ya no sólo entre los votantes, sino incluso dentro de los propios afiliados.
Evidentemente, cualquiera que conozca como funciona internamente cualquier partido político sabe a ciencia cierta que, aunque debe mantenerse una disciplina, los intentos de asalto al poder están a la orden del día. Siempre habrá quien tenga una ambición desmedida e intente estar incordiando diariamente. A veces, qué duda cabe, es bueno que una formación cuente con varios y grandes líderes, pero siempre y cuando se sepa acotar su parcela. El caso lo tenemos en Madrid con Alberto Ruiz Gallardón y Esperanza Aguirre. ¿Quién puede poner en solfa su capacidad de trabajo, de gestión? Nadie, pero tampoco es falso que a los ciudadanos les empìeza a incomodar esas peleas de patio de colegio sobre quién tiene el verdadero liderazgo en Madrid, no sólo municipio, sino también Comunidad. De acuerdo que somos bastantes los que apoyamos en esas lides a Aguirre, pero también debería de guardarse muy mucho la señora presidenta de la región a la hora de combatir en cualquier foro. Al final, no se llamen a engaño, las peleas fraticidas acaban dando más réditos a la oposición.
Sin embargo, ¿con qué autoridad moral se puede reclamar seriedad y altura de miras a unos dirigentes regionales y locales si quien tiene que cortar con todo esto, el presidente nacional, Mariano Rajoy, es incapaz de poner a cada quien en su sitio y, de propina, determinados miembros de la ejecutiva nacional pasan de ir a la reunión convocada? Lamentablemente, lo que le sucede al líder del PP a nivel estatal es que le pesan mucho las dos derrotas en las Generales y que sabe, defienda quien lo defienda, que su reelección en el congreso de Valencia del año 2008 estuvo trufado por la falta de una alternativa sólida. ¿La razón? Bien nadie quiso quemarse antes de tiempo, por si acaso, o bien porque se espera una caída de Rajoy por su propio peso (el político, claro). Lo que pasa es que tras las últimas victorias electorales, Galicia, Europeas y el pacto en el País Vasco, a alguno le ha entrado algo más que miedo y empiezan a producirse unos movimientos sísmicos de gran intensidad, más aún cuando se han visto las últimas encuestas electorales. Pero lo dicho, ni con buenas perspectivas demoscópicas el PP nacional deja de ser esa casa de los líos.
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Máxio Medina -