Un crimen execrable
¿Qué puede pasar por la cabeza de una persona, siempre y cuando la Justicia dictamine su culpabilidad, para maltratar a una niña de tres años? La verdad es que pocas palabras me pueden venir a la cabeza. Cualquiera podrá exclamar, llevarse las manos a la cabeza, pero no creo que exista vocablo apropiado para poder definir concretamente un hecho de este calado. De haber sido este hombre, un joven de apenas 24 años, sólo cabe pensar que por su cabeza sólo había lugar para actos demenciales, propios de un ser torturador, despiadado y sin ninguna compasión por sus víctimas, aunque ésta fuese alguien tan pequeño como una cría de poca edad. De verdad, no quiero convertirme en un juzgador mediático porque, sinceramente, ni yo ni ninguno de los otros medios de información hemos estado allí y no podemos saber, por tanto, cómo se han desarrollado los hechos.
Lo que sí me sorprende en este caso particular es la defensa que la propia madre hace de su pareja sentimental. Este joven no es el padre de la criatura fenecida y, al parecer, se había quedado al cuidado de la misma. Bueno, de hecho fue quien la llevó a un centro sanitario de Arona y allí, tras una primera exploración, los galenos observaron síntomas evidentes de que esta niña no presentaba esos hematomas como consecuencia de una caída fortuita y procedieron a la activación del protocolo establecido para esta clase de contingencias. Tras el interrogatorio policial en el mismo centro de salud, este varón fue detenido como presunto autor de unos hechos que ahora han propiciado el fallecimiento de la menor. Aun así, la madre defiende a su novio, postura ésta que también ha hecho sospechar a los agentes encargados del caso.
Y es que no sería la primera vez que nos encontramos ante hechos muy similares, donde incluso la propia madre biológica del menor es quien ha cometido el delito o, al menos, también es partícipe del mismo, por acción o por omisión. Los informes forenses serán los que dictaminen qué ha sucedido, aunque, por el momento, parece que queda descartada la hipótesis de la violación. Pero sí que es incuestionable que esta cría presentaba una serie de contusiones y quemaduras que no podían circunscribirse a una caída involuntaria y es más que sospechoso ese silencio y ese apoyo de la mujer hacia su pareja sentimental.
Sin embargo, tampoco conviene olvidar que en muchos de estos sucesos existe un transfondo de malos tratos, de violencia de género y, por no descartar teorías, también podríamos estar hablando de unas amenazas muy hábiles y sibilinas por parte de este varón hacia su novia. Desconozco cuál puede ser la preparación mental de esta mujer, pero ante estructuras de pensamiento débil, suele imponerse el criterio del más fuerte y con la simple necesidad de argumentar cuestiones falazmente. Quién sabe si ante el amor profundo que esta fémina pudiera sentir por este supuesto desalmado no tuviera el menor inconveniente en sacrificar la vida de su propia hija.
En fin, son hipótesis y será un juez quien haya de llegar al fondo del asunto, pero desde luego, sea como fuere, el caso es que aún nadie se explica que alguien pueda acabar con la vida de un ser tan inocente. Simple y meridianamente, ¿qué puede pasar por la cabeza de esa persona?
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Máximo Medina -