¿Conviene la moción de censura?
El líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, señaló hace dos días que tenía la clara intención de no renunciar a una herramienta recogida en la Constitución y que es conocida como moción de censura. Es decir, la principal formación de la oposición se está planteando seriamente dar un golpe de mano a partir del mes de febrero y deja caer la posibilidad de registrar en la Cámara Baja esa medida tan contundente como infructuosa, porque si bien hace tiempo que nadie se atrevía a dar un paso así, también es verdad que la aritmética parlamentaria juega en contra del PP y no hay partido ahora mismo que se atreva a dar un paso al frente y apoyar esa moción. Es más, pienso que la propuesta no es mala en sí, pero sí que tendría un coste económico muy elevado, dado que habría que contentar a los líderes de esas minúsculas agrupaciones que respaldan puntualmente a los socialistas para que no cayeran en la tentación de un posible apoyo a la derecha.
De todas maneras, para todos los que siempre hemos mantenido una postura crítica con Rajoy, especialmente desde que perdió las elecciones de 2008, con bandazos en su forma de llevar las riendas del PP y el hecho de desprenderse de baluartes como si hubieran sido unos recién llegados al mundo de la política, hay que decir que este es el primer gesto de cierta seriedad que vemos por parte del presidente de los populares. Hasta la fecha, a pesar de tener muchas cartas a su favor para dejar a Zapatero a la altura del betún en el Congreso de los Diputados, Rajoy se había contentado con la estrategia de amagar, pero no dar. Sus asesores de estrategia parlamentaria consideran que es mejor mantenerse agazapado, pero eso mismo sucedió en el año y medio previo a los comicios de marzo de 2008 y el resultado, ligeramente mejorado por el PP, fue que el PSOE llegó a rondar la mayoría absoluta.
Y es que, a pesar de que muchos políticos consideran que la gente en realidad no se percata de si trabajan o no, sobre todo aquellos que se encuentran plenamente acomodados en la oposición, esperando a ver la caída del presidente de turno, al final las urnas son un reflejo de lo que vemos los electores. Observar a la principal alternativa de poder sin hacer realmente nada, sin llevar propuestas a las Cámaras (aunque luego se las tumben) provoca que los ciudadanos acaben por no ir a votar o, a lo sumo, apostar por la continuidad por la vía de apoyar a opciones minoritarias, de esas que en nuestro injusto sistema de la Ley D’Hont no tienen la más mínima oportunidad de rascar bola.
Por eso, aunque considero que el PP no debería dar un paso tan arriesgado como la moción de censura, sí que muchas personas que en su momento eligieron esta opción en 2008 agradecerían constatar que Mariano Rajoy empieza a llevar medidas de corte gubernamental, que presenta en el Congreso un paquete de propuestas que tengan la similitud a la de un programa de legislatura y que se empiece a ver, de una vez por todas, que se puede confiar en la principal fuerza de la oposición. Esperemos que esa nueva valentía demostrada por el presidente de los populares no se resetee a partir de hoy, 1 de enero de 2010, y vuelva a su papel clásico de gallego que no sabe si oposita o prefiere la comodidad de no dar un palo al agua.
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Máximo Medina -