Estafa sindical
Los sindicatos son la auténtica vergüenza de España, al menos los dos mayoritarios, que se diga con nombres y apellidos, la Unión General de Trabajadores y Comisiones Obreras. Los líderes de estas dos plataformas, Candido Méndez y Fernández Toxo, escenificaron el pasado viernes en el Palacio de la Moncloa, una de las mayores astracanadas que ha podido conocer la esfera laboral, porque no hay mayor ridículo y surrealismo que quienes tienen que velar por el mantenimiento y la mejora de las condiciones de los trabajadores sean capaces de comulgar con ruedas de molino y dar por buena la reducción de los derechos del currante en caso de quedarse en paro. Ahora, el Gordo y el Flaco, pero en versión grotesca y de serie B, aceptan, o al menos no han mostrado una opinión en contra, a que se baje de los 45 días por año trabajado a los 33. Allí estaba para testificar la rendición sindical el Dumbo de los empresario, Mr Air Comet Gerardo Díaz Ferrán, al que le faltó aplaudir con las orejas o salir levitando del palacio presidencial tras presenciar como UGT y CCOO son capaces de apuñalar a sus afiliados con tal de seguir exprimiendo la teta de las subvenciones del Gobierno de España.
Lo cierto es que este Ejecutivo lleva ya varios meses fuera de órbita, sin rumbo fijo, tirando más que nunca de la política de la improvisación y por eso no se le puede pedir más responsabilidad de la que ya ha tenido en etapas anteriores. ZParo y su ministro Corbacho se limitan a ser meros espectadores de una situación que no controlan, ni siquiera pueden actuar como mediadores entre los rifi rafes entre patronal y sindicatos. La primera, obviamente, va a su bola, a conseguir las mayores ventajas a la hora de poder contratar con las mayores bonificaciones y pudiendo despedir sin sufrir grandes penalizaciones, mientras que los segundos son capaces de vender a sus abuelas para no perder ni un céntimo de las cuantiosas prebendas económicas con las que los tiene inutilizados, desactivados y abobados este gabinete zapateril.
Por eso no me extraña que quienes tiene un poquito de vergüenza acaben borrándose de unos sindicatos, insisto UGT y CCOO, que han pasado de ser extremadamente intolerantes ante cualquier conflicto que no acabase con el cierre fulminante de las empresas, al precio que fuera, a admitir ahora cualquier tipo de chanchullo. No buscan el bien común de los trabajadores, sino que persiguen únicamente el beneficiarse ellos mismos, aunque sea a costa de apuñalar por la espalda a sus propios afiliados. Pero, afortunadamente, ya son muchos los empleados que le han visto la matrícula a los señores Méndez y Fernández, así como a sus adlátares, y tienen claro que la defensa de sus intereses no la pueden dejar en manos de plataformas dirigidas por sujetos tan escasamente recomendables y que, en el colmo de la caradura, son capaces de ofrecer a sus empleados acuerdos nulos de pleno derecho como sucedió en Canarias con la empresa Fundescan. No sólo no les han pagado y les han echado como agua sucia, sino que además, en un acto de auténtica enajenación mental un enlace de UGT se ha atrevido a proponer a estas personas que renuncien a sus derechos a cambio de ponerles en un lugar preferencial en las listas de reserva de la Consejería de Educación del Gobierno regional. Suena a chiste, sí, pero les aseguro que no lo es. Y esto a nivel autonómico, que si miramos en todo el Estado, nos podemos llevar las manos a la cabeza, no lo duden.
Lo cierto es que este Ejecutivo lleva ya varios meses fuera de órbita, sin rumbo fijo, tirando más que nunca de la política de la improvisación y por eso no se le puede pedir más responsabilidad de la que ya ha tenido en etapas anteriores. ZParo y su ministro Corbacho se limitan a ser meros espectadores de una situación que no controlan, ni siquiera pueden actuar como mediadores entre los rifi rafes entre patronal y sindicatos. La primera, obviamente, va a su bola, a conseguir las mayores ventajas a la hora de poder contratar con las mayores bonificaciones y pudiendo despedir sin sufrir grandes penalizaciones, mientras que los segundos son capaces de vender a sus abuelas para no perder ni un céntimo de las cuantiosas prebendas económicas con las que los tiene inutilizados, desactivados y abobados este gabinete zapateril.
Por eso no me extraña que quienes tiene un poquito de vergüenza acaben borrándose de unos sindicatos, insisto UGT y CCOO, que han pasado de ser extremadamente intolerantes ante cualquier conflicto que no acabase con el cierre fulminante de las empresas, al precio que fuera, a admitir ahora cualquier tipo de chanchullo. No buscan el bien común de los trabajadores, sino que persiguen únicamente el beneficiarse ellos mismos, aunque sea a costa de apuñalar por la espalda a sus propios afiliados. Pero, afortunadamente, ya son muchos los empleados que le han visto la matrícula a los señores Méndez y Fernández, así como a sus adlátares, y tienen claro que la defensa de sus intereses no la pueden dejar en manos de plataformas dirigidas por sujetos tan escasamente recomendables y que, en el colmo de la caradura, son capaces de ofrecer a sus empleados acuerdos nulos de pleno derecho como sucedió en Canarias con la empresa Fundescan. No sólo no les han pagado y les han echado como agua sucia, sino que además, en un acto de auténtica enajenación mental un enlace de UGT se ha atrevido a proponer a estas personas que renuncien a sus derechos a cambio de ponerles en un lugar preferencial en las listas de reserva de la Consejería de Educación del Gobierno regional. Suena a chiste, sí, pero les aseguro que no lo es. Y esto a nivel autonómico, que si miramos en todo el Estado, nos podemos llevar las manos a la cabeza, no lo duden.
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Máximo Medina -