Quiebra portuense
Pónganse en situación. Ustedes, todos ustedes, son responsables del presupuesto, no voy a decir de sus empresas, sino del de sus casas. Como es lógico, digo yo, llevarán al día la cuenta de gastos e ingresos, que no dejarán que los primeros superen a los segundos, a lo sumo que exista un equilibrio como Dios manda y, en el caso de que haya un céntimo de más en el apartado de lo invertido, que enseguida el balance económico se estabilice. Si, por ejemplo, tiene que quedarse el fin de semana sin poder ir a comer con su mujer e hijos porque la cuenta ya está más que escuálida, la lógica marca que usted no será tan descerebrado, borrico y terco de estallarse los 200 últimos euros de la cuenta y pegarse un homenaje por todo lo alto en Los Limoneros. Sin embargo, la prudencia que habría que tener a nivel familiar, no parece que sea el camino escogido por los rectores del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, quienes, horrorizados, han comprobado que tienen una pella económica de 40 millones de euros y con un reconocimiento tácito de que habrá que activar un plan de saneamiento o la quiebra técnica es más que inminente.
Pero, pregunto como si fuese un neófito en la materia, ¿los encargados de gestionar las cuentas portuenses no veían que la deuda se iba haciendo más grande semana tras semana? Por supuesto que sí, que sabían que el déficit era cada vez mayor, pero es lo que suele pasar cuando por una institución pasa gente con escasa o nula vocación de servicio público, que se tira del dinero de los contribuyentes como si no costase. Los euros se despilfarran en fiestas innecesarias, en obras de dudoso gusto o en atender las gastronómicas inquietudes del alcalde de turno o en los caprichitos de belleza de la anterior regidora, en el caso de que tanto el uno como el otro se hubiesen estallado los fondos públicos en esas y otras finalidades tan poco edificantes.
Lo cierto es que los vecinos del Puerto de la Cruz deben estar, digo yo, hasta el mismísimo gorro de unos dirigentes que llevan más de dos décadas de desgobierno, que son casi semanalmente noticia por plenos que harían las delicias de Buñuel, que las empresas que tienen contratos con el Consistorio se ven y se las desean para poder percibir el dinero con el que poder pagar a sus empleados. Si ni CC ni PSOE, en muchos casos con el apoyo o la dejadez cómplice del PP, han sido capaces de enderezar el rumbo de la ciudad turística por excelencia de la isla de Tenerife, tal vez sea el momento de que se imponga el cambio, que lleguen nuevos aires a la alcaldía portuense, pero algo hay que hacer y con extrema urgencia.
Lo gracioso, para que vean ustedes como son determinadas corporaciones, es que ahora se ha abierto el proceso para confeccionar una bolsa de trabajo o, dicho de otra manera, una lista de reserva de interinos en las categorías de auxiliar administrativo y administrativo, es decir una especie de oposición para poder opositar posteriormente. Más que buscar empleados de esas características, tal y como están los fondos de este Ayuntamiento, lo que habría que buscar es a un especialista en materia económica o, quizá más sencillo, alguien experto en matemática básica para que ayude a sumar y restar convenientemente a quienes se despalillan el presupuesto. Pero, vamos, siendo honestos, todos sabemos que no es cuestión de ignorancia a la hora de hacer las cuentas, sino de que hay mucha caradura y mucha mano larga a la hora de manejar las perras que son de todos.
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Máximo Medina -