Frenazo al juez estrella
El juez Baltasar Garzón, mal que le pese a sus acólitos, será juzgado por el caso de la apertura de fosas de posibles represaliados de la época del franquismo. El magistrado estrella (ahora más bien estrellado) de la Audiencia Nacional ha intentado toda clase de artimañas para librarse el auto del juez Varela. Su última y patética ardid fue la de pretender poner pies en polvorosa para irse al Tribunal Internacional de La Haya, incluso con la anuencia de los ministros de Justicia y Exteriores, los señores Caamaño y Moratinos, respectivamente. Pero la estratagema no ha surtido los efectos deseados y al final se tendrá que sentar en el banquillo y, de paso, se juega una suspensión más que prolongada. Por lo pronto, tiene que dejar su actividad y esperar a ser juzgado.
Lo cierto es que, a pesar de los desmanes de Súper Garzón, deben ser muchos los favores que otros deben de pagarle porque de lo contrario no se entiende que haya habido concentraciones, poco espontáneas, eso sí, frente a la Audiencia Nacional y otros Tribunales de Justicia en el resto de España. Intelectuales, sindicalistas y, principalmente, artistas de la ceja, se han posicionado claramente en contra de la decisión de que se juzgue al magistrado jienense, entienden que no se está actuando con justicia y reclaman que se restituya al puñetero legislador en su sillón.
Sin embargo, estos mismos que ahora enarbolan la bandera de la parcialidad del juez Varela e insisten en motivos de enemistad para que se abstuviese en este procedimiento, olvidan el gran daño que se le causó en su momento al juez Gómez de Liaño, cuyo único pecado fue el de pretender pararle los pies al entonces gran magnate mediático en España, Jesús de Polanco, el dueño del gran emporio Prisa. Entonces, que yo recuerde, todos estos, que ahora salen en manifestaciones y concentraciones a clamar por el maltrato con el que está siendo dispensado Garzón, eran los que aplaudían con las orejas por quitar de en medio a un magistrado molesto, tal y como le aconteció también a un juez de Murcia que era reacio a conceder la adopción de un menor a una pareja de lesbianas.
Por supuesto, soy de los que considero que el Tribunal Supremo no lo va a tener fácil a la hora de juzgar al juez estrella. Las presiones desde todos los ámbitos van a ser terribles, empezando desde las que provengan del Gobierno hasta las que finalicen con las algaradas de sus satélites, conformados por la plataforma de los artistas cejateros y pancarteros, amén de los sindicatos, esos que sólo hacen huelgas sectoriales, léase los funcionarios, y tienen como mandamiento de cabecera la defensa del juez Garzón, algo que, como ustedes podrán imaginar, tiene en un sin vivir a 5 millones de parados.
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Máximo Medina -