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Desde mi escaño

Tontería igualitaria

Tontería igualitaria

La Ley de la Igualdad, ese marco legal que en teoría buscaba eliminar cualquier discriminación por razón de sexo, ha llegado hasta el paroxismo de la estupidez más profunda al aplicarse en todos los órdenes de la vida sin reparar previamente en que hay cuestiones que no deben centrarse en una cuestión de favorecer o no a un determinado sexo. Todo esto viene al caso por las denuncias que ha hecho una funcionaria de prisiones en relación a los poco edificantes momentos que debe afrontar cada vez que tiene que lidiar con presos. Asegura esta mujer que muchos se masturban a su paso, que se ponen en pelota picada cuando saben que las funcionarias van a hacer la revisión de rigor o los insultos y exabruptos que han de escuchar a cada momento. Y todo esto, sin poder mover una ceja, salvo que ya estuviéramos hablando de intento de agresión física.

El problema se agudiza, precisa esta funcionaria de prisiones, en las cárceles de mujeres cuando tienen que ser ellos, los hombres, a los que les toca controlar que todo marche según lo establecido. Presas que se desnudan, que se ponen bordes y que, como haya un cacheo y éste lo realice un trabajador, éste se expone a una denuncia por acoso sexual (y ya sabemos que en estos casos quien tiene que probar su inocencia es el hombre), Asegura esta servidora pública que toda la culpa la tiene una Ley de Igualdad que ha permitido que los hombres actúen como funcionarios en los presidios de mujeres y que las féminas funcionarias hagan las mismas labores en la de los varones.

Evidentemente, la señora Bibiana Aído, muñidora de todo este jaleo, no ha dicho ni media (ni tampoco se espera que se pronuncie en los próximos siglos). Lo digo y lo mantengo, una Ley de Igualdad como la que nos han metido con calzador sólo ha servido para disparates de este calibre o para que haya mayores discriminaciones. Siempre voy al mismo ejemplo, pero es clarificador. ¿Por qué tiene que haber 8 ministros y 8 ministras? Tal vez, sólo haya cuatro hombres y 12 mujeres preparadas, pero entonces estaríamos discriminando a la parte femenina porque cuatro tienen que ceder su puesto frente al sector masculino. O al revés, que sólo fuesen cuatro las féminas preparadas.

De verdad, llámenme carca, anticuado, obsoleto, cavernario o lo que más les plazca, pero no es de recibo que gracias a un texto legal rígido se valore únicamente el factor sexual por encima de la preparación de los aspirantes a un puesto de trabajo. Y en el tema de las prisiones, no podemos mezclar churras con merinas. Ni las funcionarias están para jugarse el tipo con violadores en potencia ni los funcionarios se pueden arriesgar a tener denuncias por supuestos abusos sexuales.

1 comentario

Máximo Medina -

Aído se ha convertido en una ministra con bastante mala prensa. Sus objetivos quizás sean buenos, pero la forma para lograrlos roza la estupidez más absoluta. La igualdad de los españoles está consagrada en la Constitución y cada vez que alguien sea discriminado por razón de sexo se está atentando contra uno de sus derechos fundamentales. ¿Hay que hacer nuevas normativas para decir lo mismo? Por lógica parece que no, entonces ¿para qué un Ministerio de Igualdad? ¿Para encontrarnos casos como el de las prisiones? Además, Aído olvida con mucha frecuencia de que a un trabajo se accede porque una persona es mejor que las demás y no por una cuestión absurda de si es hombre o mujer. Lo malo de toda esta moda es que las empresas se están tomando en serio el asunto (vaya usted a saber por qué razones o subvenciones? y pretenden ir incorporando hombres o mujeres a su consejo de administración teniendo en cuenta que haya una paridad. Ya pasó en la lista del PP a Garachico, donde todas eran mujeres, que contradecía la ley, incluso se anuló, pero sucedería igual con una sola de hombres. La pregunta es siempre la misma, la del sentido común. Una mujer, lumbrera por cierto, no puede formar parte de un consejo de administración porque otras se le han adelantado en el puesto. Vaya, por donde, ahora resulta que los mejores se quedan fuera por razón de sexo. Increíble y, sobre todo, tremendamente democrático. Con evidente sorna, alguien escribió una vez que Aído está nominada en la Casa, pero por alguna razón no la quieren expulsar.