Volcán rojigualdo
Canarias entera, desde Lanzarote a El Hierro, se convirtió en un volcán en explosiva erupción alrededor de las 22 horas. El silencio forzoso, por los nervios de una prórroga que se iba como arena entre los dedos para llegar a los siempre imprevisibles penalties, se tornó en un grito unánime de júbilo cuando Iniesta remachó la jugada trenzada por Torres, Cesc y el propio futbolista manchego.
El Archipiélago, atenazado por la incertidumbre del resultado, igual que el resto de la geografía española, no se contuvo en los minutos finales. Cualquier bar, cualquier plaza con pantalla gigante, los domicilios, cualquier rincón era ideal para iniciar un bullicio que ya fue imparable desde que el británico Howard Webb pitó el final del encuentro y daba oficialidad a España como el mejor equipo del Mundo.
Nada más entregar la Copa al capitán, a Casillas, las calles comenzaron a vestir sus mejores galas. Las principales ciudades de las Islas, tranquilas un domingo por la noche, se vistieron de rojo y amarillo. Todo el mundo parecía haber sido previsor tras el éxito de junio de 2008 y nadie quiso acudir a la fiesta sin el uniforme de rigor, camiseta, bandera, gorra, lo que fuera, incluso hasta pinturas por el cuerpo si fuese menester.
Uno de los contrastes que permite constatar el paso del tiempo se dio en la capitalina plaza de España de Santa Cruz de Tenerife. Hace un año, recién remodelada y con el atractivo de un gran lago, era el lugar donde decenas de miles de aficionados celebraban por todo lo alto el ascenso del CD Tenerife a la Primera División. Anoche, sólo bastaba cambiar los colores blanquiazules por los rojigualdos. Pero la fiesta era la misma, incluso esta última con más intensidad.
Los cánticos que se podían escuchar a lo largo y ancho de las principales urbes eran los famosos Yo soy español, español, español, tornado a lo largo de la larga madrugada en un Yo soy campeón, campeón, campeón. También pugnó por estar arriba en el hit parade nocturno el España entera se va de borrachera, con sus versiones por isla. El éxito de Manolo Escobar, ¡Qué viva España!, tampoco podía faltar en el repertorio.
Uno de los momentos álgidos del inicio de la fiesta se produjo cuando en las cámaras de Tele 5 Sara Carbonero e Iker Casillas se daban un beso delante de millones de aficionados. El griterío fue ensordecedor con frases reproducibles y otras tantas irreproducibles. Lo más fino que le decían al portero es que se llevaba dos trofeos. Si esto lo oye Bibiana Aído, a más de uno le cae un paquete...y no de tabaco, precisamente.
En definitiva, todo un Archipiélago feliz con su Selección Española, decenas de miles de personas celebrando por todo lo alto el histórico triunfo y hoy, aunque toque ir a trabajar, habrá manga ancha por el éxito logrado, aunque siempre habrá quien no tenga jefes tan flexibles y toque meterse entre pecho y espalda una buena dosis de café para aguantar lo que ha sido una noche y una madrugada con más ambiente que Nochevieja y, por qué no decirlo, casi igualando los grandes fastos de las carnestolendas isleñas.
(Crónica ambiente en www.periodistadigital.com/canarias)
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Mariajimenero -
Luis Miguel Grandoso -